Tributo a las naderías.

O bien pudiera haberse titulado “Apología a lo irrelevante”. Se trata de no comprometerse con la autoridad electoral o con la Fiscalía para delitos electorales en este tiempo conocido como “periodo de reflexión” en que las campañas electorales entran en una pausa muy anhelada por la mayoría de los ciudadanos, que prácticamente en al menos sesenta días desayunaron, comieron y cenaron con todo y postre, las letanías y cantaletas de todos los candidatos en función de sus aspiraciones de poder.

En pocas palabras a partir de hoy vamos a descansar de la bruma de las palabras a la que nos llevan los asesores de todos los candidatos con el afán de que, al momento de estar frente a la boleta electoral, algo de sus muchas frases y propuestas se nos haya quedado en la mente y que como un acto reflejo y misterioso simplemente consideremos que son ellos la mejor opción.

Ya no es la época en la que los tamaulipecos a semejanza del avestruz hundían la cabeza en la arena para no ver a los cazadores que se le echaban encima, hoy el tamaulipeco siente un ansia insaciable de virtud ciudadana para participar en la definición de los destinos de su estado y sabe que en política lo importante es convencer, persuadir y no improvisar.

Me veo en la necesidad de advertir que este periodo del silencio no incluye redes sociales; es más, creo que en forma diametralmente opuesta al silencio en la vida real, por llamarlo de una forma frente a la vida digital, va a significar un tremendo ruido en lo virtual en quienes aún creen que a base de memes y notas estridentes pueden revertir el sentido del voto de algunos. Hasta ahí la referencia, pasemos a las sustanciales naderías.

De cierto tiempo a la fecha disfruto mucho ingerir ocasionalmente, digamos que tres días a la semana, un jugo verde que alguien me dijo, y así lo creí, es la panacea de la salud en quienes aspiramos a no solo vivir, sino vivir bien. Y quiero que sepas, sesudo lector, que de mi parte hay cierta solemnidad en todo el ritual para concretizar esta bebida en cualquier recipiente que será el medio para de ahí pasarlo a mi cuerpo.

Todo comienza desde que me gusta pasearme por los pasillos del centro comercial donde cantan toda la gama del verde, desde las espinacas que me coquetean con su verde de las vainas al verde intenso de las hojas; y las acelgas en menor número, pero de mayor tamaño, coreando y haciendo eco al verde subido de las espinacas, hasta las vetas de las matas de apio y de los atados del brócoli, sin olvidar las pilas de lechugas romanas; todas ellas atadas con un plastinudo para no deshojarse.

Y quizá te estarás preguntando qué diantres es un “plastinudo”. Pues te diré que es uno de esos artículos con el que has tratado toda tu vida sin saber su nombre y su importancia. Cuando en nuestra remota infancia entrabamos a la cocina con un hambre voraz y le metíamos a la panza lo que fuera; lo primero era ver el pan de barra cortado en pedazos cuadrados en una bolsa de plástico cerrado con una “cosita de alambre” que podía ser de cualquier color. Bueno esa “cosita de alambre” se llama plastinudo.

¡Dios mío! Me creo mucho asumiendo que a partir de hoy, en cualquier momento le dirás a tus vástagos: “Ponle el plastinudo a la bolsa de pan”. Después de todo, las palabras son para usarse una vez que las conocemos.

Mencionada esta insustancial digresión, regreso a la etapa de compra de los insumos para tan nutritiva bebida. Pobre de la piña que no es tan atractiva al ojo como las verduras, pero bien escogida es un deleite al paladar. Las guayabas con su discreción en color, pero no en olor, las siento como una comunidad muy introspectiva, endógena y egocéntrica, no les interesa ser vistas, si no las buscas jamás se cruzarán por tu vista, a diferencia de las manzanas que te las topas por todos lados, finalmente las toronjas son presumidas porque nadie puede negar su grandeza.

Una vez con todos estos ingredientes naturales mencionados y bien lavados con bicarbonato y vinagre se mezclan con sendas cucharadas soperas de avena y linaza molida en frío, en un pomposo y fifí Nutribullet o lo más parecido. Se recomienda una rodaja de piña en trozos.

En el bendito “periodo del silencio” no hay como tener la conciencia tranquila y no hablar de lo que no se debe. Hay que ir a votar el domingo.

El tiempo hablará.

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