Y “el mundo se le vino encima”, me refiero a las críticas que recibió el Presidente Andrés Manuel López Obrador; sin duda, el judoka -camino a la flexibilidad- más potente de la nación.
Y es que -por ahora- no hay bala política, cañonazo, golpe o batazo del que no salga ileso. Su capacidad de decir, improvisar, navegar verbalmente en drenaje profundo, es para tomar nota, porque finalmente, con o sin verdad, hasta que sus adversarios reconozcan el enorme socavón heredado, van a comprender la realidad de “Los de Abajo”.
Los de a pie, todavía están molestos porque las enormes finanzas nacionales nunca han terminado en la mesa. Los costos de vivir en México son altos y decir que la mitad de los mexicamos están en pobreza, es una frase bonita para los discursos de una élite que reventó el barzón el 1 de julio del 2018.
(Barzón: Anillo de hierro, madera o cuero por donde pasa el timón del arado en el yugo. No se ofendan es una parafrasis un eufemismos una maldita realidad).
Lo aceptan en privado, pero no piden perdón en público a los mexicanos, esa mancha gris “democratizada” por las redes sociales. Y cuando me refiero a los actos de contrición, es al hecho de que, los operadores de su propio desastre, no asumen un compromiso de hacer mejores gobiernos donde aun comandan estados y municipios.
En la mayoría, alcaldes y gobernadores hacen lo de siempre, atropellan a su patria chica y pensar, que así les van a tomar en serio es difícil. Tienen en todo caso 5 años y meses para reinventarse. Para reclamar resperto hay que ganarse ese respeto.
Como ahora que el Presidente está bajo sospecha de que va por su reelección. Un asomo de que partidos políticos, observadores internacionales y adversarios al régimen, han puesto el grito en el cielo.
Tanto alboroto se armó con la aporbación de la consulta popular y la revocación de mandato, como alfombra roja para su posible reelección, que Andrés Manuel López Obrador salió para atajar comentarios y autogoles.
“No soy partidario, no estoy de acuerdo con la reelección, y que nunca, bajo ninguna circunstancia, intentaría perpetuarme en el cargo que sostengo». “Abandonaré la Presidencia en el día preciso que marca la ley suprema y en el 2014 me iré a Palenque”. Y los puso por escrito.
Si le creen o no es tema por separado el dirigente del PAN Marko Cortés, fue claro. “Lamentablemente, Morena ya ha dado varios pasos para repetir en México la experiencia de Venezuela, Bolivia o Nicaragua”.
“Por eso, Acción Nacional alerta hoy a la comunidad internacional y llama a todos los ciudadanos libres para oponerse a estas acciones y para defender nuestra democracia”.
En la verdad política, explica el presidente panista, Morena desde el Congreso y algunos del PRI, aprobaron una reforma constitucional que “debilita la participación ciudadana en la Consulta Popular”.
En todo caso, crea la figura de Revocación de Mandato, con la clara intención de manipular, con la fuerza de la Presidencia de la República, las elecciones de 2021 y convertirse en un probable primer paso para la reelección, advierte.
Los adversarios PAN y PRI -al menos una fracción- quieren que la reforma indique que la revocación presidencial, no se integre a la boleta de las elecciones intermedias, pues se asume que el ejército de Morena contaminará una decisión que va en “combo” en 2021.
Mientras tanto creerle o no al mandatario es un asuntos que debe trascender a la saliva política y solamente el tiempo nos dirá, si la firma de Andrés Manuel vale.
Ojo la firma, que compromete jubilación del actual mandatario, seá un catalizador para que la élite de Morena le tome la palabra. Ya salivan por este nuevo contexto, Ricardo Monreal Avila, Yeidckol Polevnsky Gurwitz, Marcelo Luis Ebrard Casaubón, Tatiana Clouthier Carrillo y todos los su perversidad quiera anotar.
Si cerca del relevo, Andrés Manuel hace una consulta con el pueblo sabio “y no lo dejan”, si quieren que se quede ese es tema del cardones anticipados en el alma de sus contrincates.
En ese sentido tienen razón los que se oponen al actual formato, no obstante yo insisto en la otra vía, la de cumolir y hacer cumplir los compromisos en los territorios para que la sociedad les respalde, les de aval, les aclame y se cumpla con aquel chiste cruel que conocimos con Felipe Calderón.
“Ahora resulta que estabamos mejor cuando estabamos peor”. Decía Porfirio Díaz el incomprendido y sacado de contexto por los revolucionarios. Nadie puede estar tan mal que no pueda estar peor.
Pero esa es otra historia…
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