La retórica es tu arma más letal. Shakira.
Pues bien, hemos tenido el tercero y último debate, el coloquio a donde asisten nuestros candidatos presidenciales, al cual deben hacer acto de presencia con una supuesta sangre fría, la cual debe perdurar por encima de todas las pasiones.
Puede ser que usted como yo se haya animado a ver este espectáculo político que en ocasiones parecía de vodevil, aquella comedia que pretendían entretener y provocar la hilaridad o el asombro en el espectador. Un encuentro de cuatro aspirantes, tres reales y uno de simple utilería electoral o de membrete independiente con, no sé qué ocultas pretensiones. En este encuentro no se pudo dejar abierta la retirada como hoy en día los matrimonios modernos, para que si las cosas no funcionan poder divorciarse. Los cuatro tenían que estar ahí soportándose después de tantas asperezas a distancia. Como cuando se tiene un rival encarnizado en Facebook al cual le has dicho de todo y un buen día te lo topas en un restaurante y haces de tripas corazón por la cercanía física y, si tal cercanía es como la que tuvieron los candidatos pues a practicar la hipocresía elegante llamada diplomacia. Un saludo cortes pero frio como el tempano, y una tenue sonrisa dibujada en el rostro como las que ayer dibujaron los candidatos a la hora de la foto del recuerdo. ¿Foto del recuerdo?
Me pregunto si en verdad querrán recordar este encuentro en sus vidas. Anaya utilizo menos esa sonrisa impertinente y chocante que lució en los primeros dos encuentros. De repente me pareció que asomaba en su rostro un herpes labial que según se dice aparece cuando estas sometido a un fuerte estado de stress. Llego con la amenaza de que en el inter del debate se subiría un video con más acusaciones, que en realidad no se aportó más de lo ya conocido. Querido y sesudo lector, déjame te digo que lo mío no es precisamente la cuestión jurídica, pero creo que toda esta parafernalia y maraña de golpes al frentista es solamente mediática, y que si acaso tendrá una consecuencia será meramente electoral.
López Obrador llego confiado mas no soberbio, él más que nadie sabe que del plato a la boca se cae la sopa, así que proyectó una modestia acentuada, sin las ínfulas triunfalistas de quien se sabe muy arriba en las encuestas. Una curiosidad en su apariencia fue ese color bronceado en su piel, un color naranja estilo Donald Trump, no sé si fue exceso de maquillaje o si verdaderamente le ha pegado el sol por tanto ir y venir expuesto a la intemperie inmisericorde de la campaña. Anaya le lanzó un obús con respecto a los contratos asignados sin concurso cuando fue jefe de gobierno del DF; creo que algo hay de cierto, pues por primera vez el candidato morenista perdió la compostura al grado que interrumpió el hilo de la idea que estaba diciendo con una foto que mostraba y que ya no volvió a retomar.
José Antonio Meade fue tozudo con AMLO, agresivo con Anaya y cortés con el Bronco. El encontronazo con Anaya se veía venir después de las estridencias mediáticas en su contra que el senador Cordero pretendió derivarlo en un golpe jurídico pero todo quedo en aquel falso deseo de pelear, mi querido lector, que alguna vez tuvimos en el transcurso de la primaria y que se proyectaba en un deseo de agredir al contrario pero siempre esperanzados a que hubiera quien nos detuviera. Cordero quedó como Capulina cuando se justificaba frente a Viruta con aquella frase de cómica cobardía que lo hacía decir: “Si le pego” y al final no había nada de fondo. Anaya ya no proyecto menosprecio para con su contrincante no priista, sabe que toda esta fiesta de acusaciones en su contra tienen un efecto que le afecta, y que lo llevaron a lanzar una amenaza bastante seria pero con un sesgo del que se sabe derrotado cuando le dijo a Meade: Todo esto que están haciendo en mi contra probablemente no permita que yo llegue a la presidencia, pero si llego, sabe que tú y EPN serán investigados.
Unas palabras lapidarias en dos posibles direcciones, si gana Anaya, lo serán para Meade, sin no gana Anaya, lo serán para el mismo candAl final tuvimos que soportar la cantaleta de siempre en la que todos se declaran ganadores del debate, algo que se me hace verdaderamente inútil en el entendido de que en el 2012 quien ganó los debates, según se dijo, fue Josefina Vázquez Mota, que para efectos electorales para nada le sirvió. En ese mismo tenor Grupo Reforma le da el gane a Anaya y Grupo Magenta de Ramón Alberto Garza lo catalogó como un debate de flojera el cual no tuvo ganadores ni perdedores.
El Bronco fue lo más saludable del debate, fue ocurrente y nos hizo reír.
El tiempo hablará.