Desde hace casi tres años, el Instituto Tamaulipeco de Capacitación para el Empleo entró en un proceso de reestructuración administrativa como en planes y programas educativos. Ha sido un periodo en el que, como en todo cambio, hay renuencias a la nueva forma de trabajar, como disposición para cumplir con el fin que se persigue como una institución forjadora de nuevos talentos, que a través de un proceso de capacitación y adquisición de conocimientos, permita a las nuevas generaciones acomodarse en el sector productivo, recibir un salario por la actividad que realizan y sentar las bases para mejorar la calidad de vida. En ese tiempo han egresado generaciones que en su mayoría han encontrado acomodo laboral en las distintas empresas de la Capital del Estado e incluso, demás municipios de la entidad. Su capacidad y conocimiento, les ha facilitado enrolarse y en algunos casos, permitirles seguir con sus estudios en aras de lograr una profesión y hasta una especialización en la actividad laboral que más les guste. Han sido tres años de un proceso de cambio y reestructuración en muchas áreas, que le ha permitido al Itace alcanzar mejores niveles en materia de capacitación y adiestramiento, en los que el Instituto por el desempeño de alumnos ha logrado reconocimientos y ubicando al organismo como uno de los mejores en su nivel, muy por encima de otros organismos como el Colegio Nacional de Educación Profesional, cuyos alumnos siguen siendo estigmatizados por las nuevas generaciones. En el proceso de cambios y reestructuraciones ha habido de todo, personal que se ha ido por no estar de acuerdo con la nueva política de trabajo, pero también de los que no solo se han adaptado, sino que se han sumado a la nueva estrategia que insistimos, le ha dado otra imagen al Itace. El proceso ha sentado las bases también, para indagar los que simple y sencillamente no han entendido que ya no pueden imperar viejos vicios, con los que desprestigian la imagen del Instituto e impiden que se siga avanzando rumbo a la consolidación de los objetivos. Por ello que personal del Itace en el municipio de Altamira, emprendió una campaña de desprestigio en contra de su titular FERNANDO CAMPOS MARTÍNEZ. Desde luego que el descrédito, proviene desde el hecho de haber removido al director del plantel en ese municipio. Y es que, acostumbrados a hacer lo que les venía en gana, quisieron imponer a CAMPOS MARTÍNEZ una serie de movimientos, a los que el director del Itace no se prestó. Había ciertos privilegios para dos personas, demasiadas cercanas al ex director e incluso, presuntos actos de corrupción, en los que tuvo que intervenir y abrir expediente la Contraloría. Las medidas correctivas generaron amenazas en contra de CAMPOS MARTÍNEZ, a las que lejos de ceder, les resto importancia y se ha dedicado a dar continuidad a la política de reestructuración en el Itace, donde se sigue avanzando, haciendo las cosas bien. Lejos de preocuparle, el director del Itace sigue sacando adelante sus compromisos, sin descuidar desde luego su responsabilidad, pero sobre todo, el liderazgo que conserva con quienes lo identifican como “Mr Pizza”.
LOS MANCHADOS
No se lo mandamos decir. Se lo dijimos de frente. La labor que está realizando OLIVIA LEMUS MARTÍNEZ como presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos debe valorarse, al margen de que sea su responsabilidad al estar al frente de un organismo tan sensible, del que mucho se habla, pero que poco se conoce del tema. Desde luego que su forma de trabajar ha sido criticada, sobre todo, cuando contabilizan el número de recomendaciones emitidas. Sin embargo, el verdadero resultado de ello, estriba en la negociación o los puntos de acuerdo que ha logrado entre víctimas y quienes están al frente de las diferentes instancias de Gobierno, para resarcir o enmendar actos violatorios a las garantías individuales de cada persona. A diferencia de antecesores como RAFAEL TORRES HINOJOSA, JOSÉ MARTÍN GARCÍA y otros que prácticamente vivieron de recibir quejas y emitir recomendaciones, la labor de OLIVIA estriba en una nueva forma de dar resultados, acudiendo a sitios donde ni siquiera se conoce del tema o en los que presuntamente se vulneran los derechos humanos, promoviendo la capacitación, impartiendo cursos y sobre todo, dando a conocer la existencia como de las facultades y atribuciones de este organismo. En fin.
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