Historias de Matamoros. Baltazar Hinojosa. (I)

Dialogar con un ex alcalde de Matamoros es el momento cuando te sumerges en sus relatos que escuchas con atención, corres el riesgo de estar físicamente con él, pero a la vez no estás a lado de nadie a pesar de su proximidad física pues te has escapado a ese tiempo de su relato, otro mundo más libre y fluido, elegido por quien relata y quien atiende la narrativa histórica, es viajar sin moverte y sin decirle a nadie dónde se te puede encontrar. Gracias a la plática, o a pesar de la misma, todo este drama parte de un espectáculo desconcertante y fascinante que tenemos que aprovechar los matamorenses mientras vivan quienes fueron jefes de la comuna, independientemente de su color partidista.

El escrito que se suscita después de cada entrevista que se lleve a cabo, irá más allá de ser una apología al entrevistado y es más un ánimo de rescatar elementos históricos que aporten a nuestra comunidad para entender que todos tenemos una historia que contar y que todos tenemos mucho que aprender al atenderla.

Antes de continuar quiero hacer una fe de erratas, un mea culpa. En la pasada columna aterricé un relato que forma parte de la historia de Matamoros, en el sentido de que en la contienda electoral por la presidencia de Matamoros entre Baltazar Hinojosa (BH) y Ramón Sampayo (RS) en el 2004, hubo un momento en la contienda electoral que ambos candidatos estuvieron frente a un grupo de periodistas y en la que a sugerencia de no sabemos quién se comprometieron a que el candidato perdedor haría una cena al ganador.

Erróneamente exprese que RS no había cumplido su promesa, a lo que inmediatamente el siempre atento Rodolfo Simón, panista de cepa, me hizo la pertinente corrección diciéndome que sí se realizó el pago de la apuesta, por decirlo de una forma; lo que BH ratificó en la entrevista que tuve con él, pero agregó un comentario adicional muy sabroso que hay que mencionar, dijo: “Es la mejor paella que he comido en mi vida”.

La cita con BH fue a las 11:00 AM, me recibió él personalmente en su casa estilo mediterráneo, camisa blanca, pantalón de mezclilla y botas. Lo vi rejuvenecido, cincuenta y siete años que parecen menos. Entramos en la calidez de la sala de su casa y amablemente me ofreció un delicioso café “Punta del Cielo”, con ese preámbulo de sabor iniciamos una conversación teniendo por mudos testigos el inmobiliario del lugar donde habita aquí en nuestra ciudad.

Abordamos los temas actuales que atañen a Tamaulipas; obviamente abordamos el tema de la política, ese punto existencial donde nada permanece salvo el tiempo destructor, haciendo que toda la audacia del pensamiento y la ciencia confluyan en ella.

Una vez egresado de la facultad de economía, ingresa al servicio público a los 20 años en 1985 en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado. Quince años errante fuera de Tamaulipas, hasta que en el 2000 retorna a su terruño. Una columna es insuficiente para detallar todo lo platicado.

Debo mencionar que le comenté de todo. De los 28 segundos de silencio en su debate con Cabeza de Vaca. De sus palabras proféticas en ese debate que hoy se cumplen a pie juntillas. Las respuestas que me dio quizá las plasme algún día no muy lejano en algún libro.

Fue una agradable plática, que al menos de mi parte pretendía rescatar datos anecdóticos que aporten a la comunidad. En su administración le tocó un detalle muy curioso, fallecieron cuatro ex alcaldes. Miguel Treviño Emparan, Augusto Cárdenas, Enrique Siller Flores y Jorge Cárdenas González. A los cuatro les hizo un homenaje póstumo en plena sesión de cabildo.

Cada homenaje con su respectivo panegírico al difunto. La presencia de la familia y de los seres queridos de quienes en su momento habían sido la máxima autoridad, como un agradecimiento oficial sin importar los colores partidistas.

Al final de su administración, en su tercer informe de gobierno, se le acercan tres ex alcaldes que aún viven, entre ellos Don Jesús Roberto y con el ánimo que muchos mexicanos tenemos, que siempre queremos hacer mofa de la muerte le dicen: “Que bien que te vas, porque no queríamos formar parte de esa lista”.

Quince días antes de salir BH le dice al profesor Martin Delgado que le controlara la agenda, pues ya iban de salida, a lo que su secretario particular le respondió si había visto alguna vez a Bruce Lee en “Operación Dragón”, la escena de los espejos en la que el protagonista pelea con sus enemigos, y cuando ya cree que no hay nadie, de la nada surgen muchos más. BH solo le respondió: “Vengan esos quince días de los espejos”.

Me despedí de BH con el firme ánimo de ampliar el grupo para enriquecer la historia.

El tiempo hablará.

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