Dudas.

Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos. Jorge Luis Borges.

El día de ayer me enviaron algunas encuestas de diferentes niveles de elección, nacional y local de Matamoros en las cuales se refleja una ventaja tanto de AMLO como de Jesús de la Garza “Chuchin”. Debo señalar querido lector que me declaro profunda e irremediablemente incrédulo en lo referente al ámbito de la demoscopia, es decir, no creo en las encuestas. De hecho en años pasados tampoco AMLO creía en estas mediciones, pero con esto de que todo cambia y todos cambiamos según la teoría de la realidad líquida, hoy quien puntea las encuestas a nivel nacional, convenientemente las utiliza como propaganda deliberada en su campaña.

Debo señalar que Matamoros tiene una gracia que ha ganado poco a poco con el paso de los años y que no es poca cosa, hemos incursionado en la democracia mucho antes que México como país y que Tamaulipas como estado con alternancias y retornos del partido que en su momento perdió, nuestro musculo de la democracia está bien ejercitado según lo constata la historia reciente. La ciudadanía de Matamoros ha sido convocada para elegir y ha respondido con una madurez visionaria pues lo mismo ha votado por tirios y troyanos y tan buenos y tan barbaros han salido unos como otros y hemos metido factura a quienes no lo han hecho bien.

Voy a decir algo que sonará como una barbaridad al entendimiento de muchos, pero me lanzaré al vacío argumentativo esperando caer en una red de comprensión de quienes me leen y no en el precipicio profundo de la incomprensión y el desacuerdo. Correré el riesgo. Si atendemos la historia reciente nos podemos dar cuenta que la democracia tiene sus bemoles cuando la mayoría que vota determina que no quiere al mejor para gobernar sino a quien tiene la habilidad para retar al statu quo, es decir, cuando el electorado se convierte en una turba votante sin raciocinio y más allá de querer al mejor prospecto, lo que quieren es zarandear al sistema establecido como su venganza anhelada, su única forma de sentir una revancha que solo se le presenta en cada retorno a las urnas, nunca antes. Ejemplo nítido, palpable y cercano lo tenemos con Donald Trump, quien encarna en EU la venganza de una ciudadanía que ya no creyó en nada políticamente tradicional.

Ángeles Mastretta dice que le gusta cuando el tiempo se estira hasta perderse en un horizonte sin meses. Me pregunto hasta dónde, en México, se va a estirar la venganza de la sociedad hacia una clase política que ya ha demostrado con creces que no tiene freno, recato ni pudor con tal de llegar al poder, y que además padecen de una amnesia recurrente y selectiva de sus promesas una vez que se instalan en el gobierno, no para gobernar problemas, sino más bien para administrarlos. No lo digo yo, lo dice la historia impertinente que últimamente se junta mucho con la memoria del electorado.

Ya hemos dicho tanto de la clase política decepcionante, hemos entendido que si los números de las encuestas a nivel nacional, en las cuales no creo, no mienten esto es como resultado de una venganza ciudadana en contra de una elite política que en época electoral siempre nos dice que sabe cómo hacerle para resolver lo cotidiano de nuestros problemas, pero cuantas veces ha estado en el poder para ejercerlo simplemente no lo hacen. Esto es ya un dejavu recurrente y constante aunque suene a cacofonía la afirmación. Si quienes pensamos, sin ser de la mafia en el poder, que AMLO no es lo más idóneo para la presidencia de México, entendemos el origen de su popularidad, creo que debemos hacer el ruido necesario e inteligente si es que esto aún tiene forma de revertirse.

Hay mucha gente indignada con la casa blanca de EPN y la de Malinalco de Videgaray así como el lastre que representa Romero Deschamps y todos esos personajes tristemente célebres y emblemáticos de la galería de la corrupción, pero que no dejamos que en automático nuestra indignación y sed de venganza se traduzca en voto para un AMLO que tiene una historia y un presente con contradicciones que hablan.

Veo que hoy más que nunca la gente se está tomando en serio por quién votar. Veo que hay muchos que aún no han determinado su voto. Mis encuestas personales que no tienen aplicación científica más allá de una buena amistad proyectan indecisión por Anaya y Meade actores políticos que han estado en el poder; y reserva hacia AMLO cuyos seguidores se proyectan cada vez más iracundos y con poco uso de la razón y el entendimiento, lo que vale para ellos es la venganza al precio que sea. Eso me hace arquear la ceja y dudar. Jorge Luis Borges decía que la duda es una de las muestras más relevantes de la inteligencia humana. Mendiga duda.

El tiempo hablará.

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