La tarea titánica del INE.

El mejor profeta del futuro es el pasado.
George Gordon Byron.

Es importante conocer las referencias históricas de todas las actividades de la vida que nos incumben, ya sea personales, familiares, políticas, sociales y, por venir hoy al caso, debo mencionar las electorales. El marco de referencia de cada situación que confrontamos en nuestra vida nos trae mayor luz y comprensión, amén de que reduce ostensiblemente la posibilidad de ser manipulados por personajes que tienen sus propios intereses.

Hay que mencionar que en 1976 Luis Echeverría Álvarez asigna como candidato del PRI a su cuatacho de toda la vida, José López Portillo (JLP), rompiendo con los muy arraigados pronósticos de aquella lejana época, en el sentido de que el secretario de Gobernación era el elegido natural, quedándose en el camino el muy talentoso Mario Moya Palencia, quizá por talentoso fue que no llegó a la grande.

Como mexicano me da mucha vergüenza mencionar la siguiente referencia. Después de su nominación como candidato JLP realizó el correspondiente proselitismo bajo el lema «La solución somos todos», pero con un detalle que es para pasar sin duda alguna al salón de la infamia, pues su campaña la hizo sin adversario alguno. El colmo del absurdo es que en esa elección presidencial no hubo competencia electoral. Ahí está, impúdica la exhibición como mexicanos de la vida y los pensamientos de la época.

Hoy me pregunto cómo fue posible que el mayor de los puestos ejecutivos de nuestro país, la Presidencia de la República, haya sido malbaratado electoralmente de esa forma tan vergonzosa. Nunca dijeron las razones de por qué los políticos encumbrados de aquel tiempo aceptaron esta acción, pero asumo que si el poderoso que quiere cometer una injusticia estuviese siempre obligado a decir sus razones, las cosas no marcharían como marchan.

Una vez instalado como presidente, JLP designó como secretario de Gobernación a un hombre insigne, ilustre y muy adelantado a sus tiempos, Don Jesús Reyes Heroles (JRH). Podemos deducir que este personaje arrastraba la pena existencial de cómo su jefe había sido electo, y en función de ese látigo interior entendía por presentimiento que las cosas debían evolucionar con orden y respeto a la ciudadanía y no tratarlos como unos orates.

Sus presentimientos no eran errados. Los planteamientos político electorales de JRH, con ese tono de interrogación que sale al encuentro de una respuesta poco convincente en cuanto a la elección de su jefe JLP, lo llevaron a instigar la Reforma Política de 1977, que implicó una importante serie de cambios legales desde su cargo de secretario de Gobernación.

Y este es el punto al que quiero llegar y al cual yo ubico como la semilla del hoy INE. Con dicha Reforma, comenzó el proceso de transición democrática en el país de un esquema de partido hegemónico a un modelo, ciertamente imperfecto de pluripartidismo, pero que está muy lejos de ser un organismo electoral con un solo contendiente. Una sola visión. Una sola persona decidiendo los destinos de nuestro querido México.

Gracias a esas modificaciones en la normatividad e instituciones electorales, logró alcanzarse la conformación de una mayoría opositora en la legislatura de la Cámara de Diputados en 1997 y la alternancia en la Presidencia de la República, el 2 de julio de 2000, algo totalmente impensable en 1976, veintiún años antes. Es decir, se ejercitó el musculo ciudadano de la competencia electoral.

Querido y dilecto lector, he estado involucrado como ciudadano con el INE (antes IFE) y con el IETAM en diferentes modalidades. En un principio como funcionario de casilla, me tocó madrugar un domingo de tantos en la elección de junio de 2010, en la casilla ubicada en la preparatoria Ricardo Flores Magón. Posteriormente como consejero electoral en el Distrito 12 en las elecciones del 2019 en la renovación del congreso local en Tamaulipas.

Hoy me toca repetir como consejero en el Distrito 11 del IETAM. En una visión retrospectiva y ante la perspectiva de aquella lamentable elección de 1976, con un solo candidato y estando los órganos electorales controlados por el gobierno, me considero un ciudadano de primera, con un organismo autónomo y ciudadanizado como lo es el INE, inconcebible en el momento histórico referenciado; ciertamente perfectible, pero que en función de sus pocos o muchos errores, jamás la solución óptima será devolverle la dirección de este organismo al gobierno, sea quien sea, ni mucho menos disminuirla en su capacidad operativa.

Habrá quien nos quiera aturullar como lo hacen los italianos parlanchines, es decir, aturdirnos con muchas palabras y cantaletas para dejarnos sin saber qué decir o hacer, agobiándonos y metiéndonos prisa para descalificar a estos organismos autónomos.

La tarea del IETAM y del INE será titánica, con una elección pandémica y con protagonistas interesados en desacreditar su labor ciudadana. Se requieren observadores ciudadanos para disminuir las imperfecciones a su mínima expresión, pero también para defender lo que en su momento instigó el perilustre JRH, que las elecciones fueran eminentemente ciudadanizadas, independientemente del partido en el poder.

El tiempo hablará.

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