La edad es un tema de la mente sobre la materia. Si no te importa, no importa. Mark Twain.
En 1982 a mis 17 años de vida, Carlos Salinas de Gortari fue nombrado secretario de Programación y Presupuesto a sus 34 años de edad. Seis años después, a los 40 años tomaba posesión como máxima autoridad de la República. En aquel entonces se hacía mucha propaganda política en función de la juventud del recién nombrado presidente.
A muchos de aquella generación se nos hizo creer que la juventud era un elemento necesario e indispensable para que nuestro país funcionara mejor. Ser viejo en política era incorrecto. Después nos topamos con la realidad, y en ese rubro, el tiempo no tiene empacho en burlarse de todo lo que hayamos creído o afirmado antes. Los jóvenes salieron tan corruptos como los viejos. Pero se nos quedó el pensamiento del ideal de juventud en gobierno.
Debo mencionar a Isabel II del Reino Unido, ella nació el 21 de abril de 1926, hoy está a punto de cumplir 96 años. A pesar de la edad es la figura más mesurada y sabia de su país. Se casó a los 21 años con Felipe de Edimburgo y tomó posesión como reina a los 26 años en 1952. Su perfil senil no le quita empaque para ejercer autoridad puntual.
En EU tenemos tres ejemplares de a quienes sus muchos años no les quitan sus sueños y energía para ser protagonistas en la vida política de su país. Retirarse no está en sus planes. Nancy Pelosi, nació el 26 de marzo de 1940, de casi 82 años y desde 1897 es congresista por San Francisco, acaba de anunciar que intentará reelegirse en las próximas elecciones intermedias de noviembre.
Por su parte, Joe Biden, presidente 46 de los Estados Unidos, nacido el 20 de noviembre de 1942, a sus 79 años piensa en la reelección en el 2024, cuando llegue a los 81 años de edad. Y para no desentonar Donald Trump, presidente 45 de los Estados Unidos, quien vino al mundo el 14 de junio de 1946, a sus 75 años aún tiene planes y va a intentar ser candidato a la presidencia nuevamente en dos años cuando tenga 77.
Solo como referencia digo que Abraham Lincoln fue presidente a los 52 años. Cumplió su primer periodo de cuatro años, pudo reelegirse, y el 4 de marzo de 1865 inició su segundo mandato presidencial consecutivo, el cual lo ejerció menos de dos meses pues falleció el 15 de abril del mismo año a los 56 años. Todo un chamaco comparado con los de hoy. George Washington fue presidente a los 57 años y murió diez años después a los 67.
Vladimir Putin, nació el 7 de octubre de 1952, tiene 69 años y está como presidente de Rusia desde 1999 a sus 47 años. Lleva 23 años en el poder y ha hecho modificaciones para no irse nunca, bueno, hasta que se muera.
Andrés Manuel López Obrador, nació el 13 de noviembre de 1953, tiene 68 años. Sería el “jovenzuelo” de los hasta ahora mencionados. Es quien más visitas médicas tiene por cuestión de la edad. Su personaje más admirado, Benito Juárez, falleció a los 66 años.
Querido y dilecto lector, el discurso de juventud hoy es anacrónico frente a la gerontocracia que hoy nos gobierna en muchos países del planeta. Esto no es mejor ni peor, simplemente es.
Esto nos indica que la edad no debe de disminuir nuestra intensidad. El ejemplo de Harland David Sanders, mejor conocido como el «Coronel Sanders», quien nació el 9 de septiembre de 1890 y murió el 16 de diciembre de 1980 a sus 90 años. Lo interesante de esta vida es que su emblemático y exitoso negocio del pollo frito conocido como Kentucky Fried Chicken se abrió en 1952, a sus 62 años y 10 años después alcanzó las 600 franquicias en todo EU y en 1964, vendió KFC en 3 millones de dólares, más un salario vitalicio de 40.000 dólares al año para hacer apariciones públicas como embajador de la marca. Nunca pensó en jubilarse.
En esta lista debo mencionar al arquitecto Frank Gehry, vino al mundo en 1929 y fue hasta 1989, a los 60 años que recibió su primer gran premio como arquitecto y a los 82 años finalizó su primer rascacielos en Manhattan en febrero de 2011, cercano al puente de Brooklyn en el Downtown, que supuso el primer cambio en el skyline de la ciudad desde 2001. Y como todo un jovencito siguió soñando y el 7 de mayo de 2014, fue reconocido a sus 85 años con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
Apreciable lector, la realidad me hace ver que a mis 56 años la vida apenas comienza.
El tiempo hablará.