197 años de Matamoros.

Tomo la cita narrativa del alemán John Goethe para hacerla nuestra en este aniversario de nuestro Matamoros querido:

“Educados en el silencio, la tranquilidad y la austeridad, de repente se nos arroja al mundo; cien mil olas nos envuelven, todo nos seduce, muchas cosas nos atraen, otras muchas nos enojan, y de hora en hora titubea un ligero sentimiento de inquietud; sentimos y lo que sentimos lo enjuaga la abigarrada confusión del mundo”.

En algún momento de su extensa obra Shakespeare dijo: “Acojamos el tiempo tal como él nos quiere”. En la historia de Matamoros han tenido que pasar y siguen sucediendo muchas cosas, acontecimientos, catástrofes y muchas pruebas, y en ese tenor debo decir que es la época la que pone las imágenes y a nosotros nos toca ponerle las palabras. Stefan Zweig dijo que sólo aquel que a nada está ligado, a nada debe reverencia. Nosotros como matamorenses haríamos bien en cultivar dicha reverencia por la historia del terruño que nos vio nacer a algunos y que a otros adoptó.

Algunos fragmentos de la historia de Matamoros tradicionalmente se mencionan en cada aniversario porque es importante que con dicha repetición anual consideremos que no es nuestra memoria como algo que retiene un dato por mero azar y pierde otra por casualidad, sino como una fuerza que ordena por la importancia que le concede a dicha historia el arraigo y el sentido de pertenencia, dos elementos muy importantes que le dan empaque a cualquier comunidad.

Hoy intentaré poetizar o darle un toque romántico a algunas páginas de nuestra historia, consciente y agradecido con Dios de que aún no llega la última; y como la mano del destino nos atrapa el próximo sábado 28 de enero llegamos a 197 años de ser Matamoros y en la narrativa histórica del pasado o en la crónica del presente de nuestra tierra, generaciones van y generaciones vienen.

Cada uno de los protagonistas de nuestra historia, el padre o el abuelo o cualquiera de nuestros ancestros ¿de qué fueron testigos? Cada cual ha vivido su vida singular según la época que le haya tocado vivir; con el paso del tiempo hemos aprendido que la vida es sorprendentemente dinámica y arrolladoramente cambiante, nuestra ciudad no es la excepción en ese sentido.

Hoy vale decir que cada segmento de la historia de Matamoros es como un trozo del alma de todos quienes la han habitado, la habitamos y la habitaran, y al analizarla no puedo dejar de maravillarme de la abundancia y variedad de cosas que hemos ido acumulando en el lapso de nuestra existencia.

Con el paso de los años Matamoros se ha deleitado con sus propios logros y ha sufrido con sus adversidades pero en la suma de toda esa historia hemos evolucionado para bien a pesar de todos los defectos que podamos ver en nuestra esencia humana, pero entendamos que uno no es auténticamente matamorense sin el amor por nuestra ciudad. Al tiempo presente quienes habitamos este lugar somos compañeros de destino, nos toca crear un buen ambiente para las futuras generaciones entendiendo que, lo que cualquier ser humano, durante su infancia ha tomado de la atmósfera de la época y ha incorporado a su sangre, perdura en él y ya no se puede eliminar.

He de mencionar dos momentos cruciales: primero el inicio de Matamoros a partir de aquel decreto No 12 del 28 de enero de 1826, una fecha obligadamente memorable para todos nosotros que a poco estamos de ser dos veces centenarios, eso no es poca cosa, el otro momento a mencionar nos hinchó la existencia, el algodón trajo un progreso general que se fue haciendo cada vez más visible, rápido y variado, fue una época de mucha bonanza que parecía asentarse sobre el fundamento de la duración y no fue así pero aquí seguimos, numantinos ante las batallas existenciales de gran calado, entendiendo que hemos aprendido a conciencia a no llorar las cosas perdidas.

Algún día se escribirá que en cierto tiempo llegaron a nuestra ciudad migrantes de varios países y se estacionaron en diversos puntos de la localidad, era común verlos pidiendo ayuda, algunos de ellos se incorporaron a trabajar en diferentes negocios, restaurantes, peluquerías, etc. Muchos matamorenses hicieron gala de uno de los anteriores nombres de nuestra localidad y en cierta forma dieron “Refugio” a dichas personas que solo iban de paso, quizá algunos de ellos no lo tenían planeado y se quedaron a vivir para siempre.

La historia jamás se detiene y se protagoniza todos los días desde aquella lejana fecha de su fundación. Felicidades por este centésimo nonagésimo séptimo aniversario de nuestro muy amado Matamoros.

El tiempo hablará.

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