Que hablen bien o mal de mí, pero que hablen, eso es buena fama. Salvador Dalí.
En mi época de universidad nunca pensé que la política podría requerir de la frivolidad de las noticias de revista. Asumí que era como intentar mezclar agua y aceite. Aun cuando un personaje, muy ignorante pero muy bueno para el fútbol, lo más importante de lo menos importante diría Jorge Valdano, haya podido llegar a ser gobernador de Morelos. Pensé que esa situación era la excepción, pero con el paso del tiempo quizá se convirtió ya en la regla.
Antes, los publicistas de los políticos se ufanaban con singular alegría por mencionar con relevancia e insistencia los estudios de posgrado. Decir que tal o cual político había estudiado en Oxford, Yale o Harvard era lo más importante de su biografía. Y después de verse que esos títulos no quitaban lo corrupto, en política electoral dicha referencia quedó en el descrédito total. Hoy las cosas han cambiado estrepitosamente. Lo frívolo marca la pauta.
La versatilidad del entorno político nacional tiene una dinámica cambiante muy impresionante. Gracias a las redes sociales, o a pesar de ellas, el protagonismo de los personajes que son noticia no es estático ni exclusivo de una sola persona o un solo grupo. Traigo esto a colación por la nota del viernes pasado en que Mariana Rodríguez Cantú, esposa del hoy gobernador de Nuevo León, Samuel García (SG), marcó la agenda nacional en función de una noticia que pudiera catalogarse de frívola.
Y frívolo no es necesariamente malo en función de un objetivo establecido. Jacqueline Kennedy, Hillary Clinton y Lady Di, fueron en su tiempo ejemplo de mujeres disruptivas cuyo contexto fue una frivolidad trunca. Mariana no quiere dejar a medias su proyecto, cualquiera que este fuere.
Independientemente si hizo o no estudios de posgrado en alguna universidad del extranjero o nacional, la esposa de SG parece que domina las masas por medio de las redes sociales y además le gusta; nació con esa estrella. Sabe que lo que importa es el impacto apriorístico de una imagen bien diseñada; independientemente de que haya algunos mal pensados que afirman que uno de los requisitos para donar es que tu cabello mida 30 centímetros, no debe estar teñido ni con luces o rayitos. Toda esa información sale sobrando porque desentona con la necesidad de dopamina que las nuevas generaciones necesitan, esas ráfagas de felicidad a las que nos hemos acostumbrado con los celulares inteligentes.
La nota del viernes propició, ipso facto, que en el ambiente imaginario nacional se pusiera una especie de competencia por la popularidad entre Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de AMLO y Mariana Rodríguez Cantú, esposa de Samuel.
Mariana se graduó del Tec de Monterrey como licenciada en Psicología Organizacional, es una celebridad de internet, empresaria y modelo mexicana, propietaria de la marca Mar Cosmetics. Sin estudios de posgrado. Con alta presencia en redes sociales, tiene 24.6 millones de seguidores en Instagram. 26 años.
Beatriz se graduó en comunicación por la Universidad Iberoamericana de Puebla, tiene una maestría en Literatura Iberoamericana, obtenida en la misma universidad, es doctora en Teoría Literaria por la Universidad Autónoma Metropolitana, es una escritora, periodista, profesora e investigadora mexicana. Con estudios de posgrado. Sin mucha presencia en redes sociales, tiene 285 mil seguidores en Instagram. 52 años.
Cabe señalar que en el mismo Instagram hay una cuenta de la pareja presidencial “Amlo&Beatriz” con 31.4 millones de seguidores, la competencia es latente y alimenta el morbo de los seguidores de ambas.
Las expresiones que en promedio despierta Mariana son: “Ella siempre va a ganar”, “Es muy poderosa”, “Ella es la mera, mera”, “Sin ella no hubiera ganado Samuel”. El activo político en que se está convirtiendo para su marido, y sus edades tan jóvenes, Samuel 33, ella 26, aunado a su popularidad en redes, nos hace pensar que están marcando la pauta en la nueva forma de hacer política y competir en ella en nuestro país. Bien por quien lo asimile pronto, mal por quien se resista al cambio.
Querido y dilecto lector, en este momento Mariana es tan popular como inteligente, y ella lo sabe. De golpe y porrazo se ha acomodado en la escena nacional. Sabe que la frivolidad ayuda en la comunicación de masas, esa que lo digiere todo sin buscar contenido, es la mayoría, pero la usa solo como chispazos de dopamina. Llegar de Cenicienta a Palacio, acto extremo de frivolidad, pero con un efecto de aceptación para un buen número de personas, su juventud le permite esos flashazos de euforia para las masas.
Después la donación de su cabello, que no sabemos si cumple los requisitos, pero que lleva un alto contenido de ternura que atrapa a una buena cantidad de ciudadanos ávidos de este tipo de actos en una sociedad polarizada, donde probablemente vale más la popularidad que la capacidad.
Sesudo lector, te dejo una palabra novedosa: agnotología, es el estudio de actos deliberados para sembrar la confusión y el engaño, normalmente para vender un producto o ganar un favor, algunas veces con la intensión de producir una ignorancia estratégica en las masas, muy útil para los ilusionistas de la política. Eso está de moda en toda la escena nacional, es bueno saberlo.
El tiempo hablará.