Tras el inicio oficial de las campañas políticas es cien por ciento seguro que se va a desatar el verborreico concierto de comentarios, promesas, indignaciones e ironías en las nerviosas redes sociales. Seguro que la polémica alcanzará el punto de efervescencia. Seremos testigos de la cacofonía política electoral a la que ya estamos acostumbrados en esta temporada.
Mi primer contacto directo como ciudadano común con una campaña electoral fue a mediados del sexenio de Eugenio Hernández, aprendí empíricamente muchas cosas de la operatividad en campo simplemente observando, pero la enseñanza más importante fue comprender que eso no era lo mío. Pude ser testigo del frenesí de los candidatos por llegar a más gente todos los días. Creo es un momento en lo que aquello que se gana en amplitud se pierde en intensidad, pero así es el momento.
Es importante como ciudadanos prepararnos con toda la paciencia que seamos capaces, pues sin duda nos alcanzará la onda expansiva de la agitada actualidad de las invasivas campañas electorales que nos tocarán por medio de televisión, radio, prensa y redes sociales hasta el 2 de junio. Después de esta fecha entraremos al momento conocido como periodo de reflexión para, de esa forma, llegar plácidamente a votar el 6 de junio por el partido que nos convenga. Ya lo sabe, sobre aviso no hay engaño.
Vamos a ser testigos también del intento por desacralizar a ciertos personajes protagonistas de esta temporada electoral. Quien no se aguante que ni se meta y el que se ríe se lleva. Vendrán en cascada los memes dedicados a quienes osaron entrar a competir. Los habrá ingeniosos, groseros y hasta vulgares.
Por otro lado, creemos que es momento de preguntar para contrastar y ventilar la auténtica personalidad de quienes participan con una candidatura, para que la ciudadanía verdaderamente ubique sus personalidades; hoy la sociedad ya no soporta las preguntas postizas y a modo que se les hace a los participantes de las diferentes contiendas, ya que todos tienen sed de repercusión pública hay que confrontarlos con respeto pero con sustancia para ver los alcances de su inteligencia.
Estaremos invadidos y saturados por este proceso que, en lo local, dio inicio ayer lunes aquí en Tamaulipas. Es el momento de la multitud de candidatos agazapados detrás de un partido político que los cobija y los nomina. Hablarán mucho para entretenernos. Habrá promesas sin fin y también quizá sin sustento que serán mencionadas primero para ganar simpatía y después para obtener el voto.
Lo ideal es que las candidaturas sean asignadas a quienes entiendan que hay que convertirse en caminantes, pues ser un buen candidato o candidata es un asunto de suelas gastadas, visitando casas y visitando plazas. De vivir y sentir el polvo de los caminos y de muy poco descanso. Las muchas manos, los muchos besos y los muchos abrazos serán sustituidos en esta época de pandemia por la versión más afectuosa del saludo sin tocarse. Deberá ser una mirada cálida con unos ojos expresivos combinado con el uso magistral de la palabra.
En este punto tan crucial, si no se define bien el objetivo, las palabras no generarán los votos deseados. El candidato que quiera dejar huella y con ello ganar, deberá asimilar que en ésta campaña en particular, el habla asumirá un valor supremo del que no siempre nos damos plena cuenta.
Las palabras sinceras y bien dichas de los candidatos serán flechas de la comunicación, y quedarán en los ciudadanos como pájaros del pensamiento y de la sensibilidad. Pero expresadas sin autenticidad por el vértigo de la maraña de una agenda saturada, el potencial votante puede sentirla como moneda gastada y se correrá el peligro de que el resultado obtenido puede ser el no deseado.
Querido y dilecto lector, para proyectar calidez en sus palabras, hoy más que nunca los candidatos deberán tener ganas de avanzar positivamente en la historia como entes sociales, y sobre todo, de ahondar como individuos en el contacto con sus semejantes, es decir, sus votantes.
Se avecina un proceso electoral excepcional por muchas razones. Por un lado serán unas elecciones sustancialmente concurrentes, eso hace que no en balde se llamen las elecciones más grandes de la historia. Y por otro lado, no deja de llamar la atención la campaña presidencial desde Palacio Nacional para desprestigiar todas las mañanas al INE antes de tiempo. Hay que observarlo con suma frialdad para no sacar conclusiones precipitadas.
Siéntese en su butaca existencial, observe y analice el desenvolvimiento de este momento en la historia de nuestro país. Después de todo es fascinante ser testigo de esta historia. Hoy más que nunca:
El tiempo hablará.