Deducciones sin decir nombres.

El vulgo es un viejo Narciso que se adora a sí mismo y que aplaude todo lo vulgar. Víctor Hugo.

Observar con detenimiento es fundamental en la vida para poder hacer dramas en las novelas que nos ha tocado vivir en forma directa o tangencialmente.

Decía Joseph Bell, el destacado médico forense en el que, el escritor británico Conan Doyle se inspiró para dar forma a Sherlock Holmes, que todo diagnóstico que uno intente llevar a cabo, debe basarse en tres pasos muy básicos: observar con mucho cuidado, deducir con astucia y confirmar con las frágiles evidencias. Obviamente la asimilación de tal estrategia no se consigue en un abrir y cerrar de ojos ni en pocos días, sino a través de una rutina meticulosa en la que entrenar la mente es fundamental para aprender este giro.

En ese tenor, analizando las candidaturas a diputados locales de todos los partidos, y con ello la biografía de cada uno de los candidatos, podemos hacer un sinfín de deducciones y diagnósticos, tales como, quién es su padrino, cuáles son sus objetivos y hasta sus segundas y terceras intenciones. Es un ejercicio bastante subjetivo pues no se cuentan con las evidencias contundentes pero si con los indicios que van dejando en el camino de su vida. Piensan que nadie los ve y traen el pantalón roto sin darse cuenta.

Querido y dilecto lector, me voy a aventurar en un bosque de deducciones sin mencionar nombres para ejercitar contigo que me lees esta fascinante actividad de husmear en los protagonistas de la política a base de simplemente observar y recordar. Pido anticipado perdón a mis lectores fuera de Matamoros, pues es indispensable conocer a los actores locales para entender mis deducciones. Espero lo encuentres ilustrativo, aportativo e interesante, e incluso morboso.

Hay dos partidos que tienen en común un detalle que no podemos soslayar. Sus candidatos han sido subordinados del mismo jefe en tiempos pasados. Eso da para asumir que hay un solo jefe para dos de los partidos chicos que compiten. Este jefe aludido es ahora mismo subordinado del jefe mayor de uno de los partidos fuertes. Mucha de su gente se le ve trabajando en diversos puestos para este partido fuerte. La deducción es que este jefe que ahora es subordinado del jefe mayor del partido grande trabaja con toda su estructura para intentar restarle votos al otro partido grande.

Otro indicio es que uno de los candidatos de un partido chico es primo hermano del esposo de la candidata de un partido fuerte. Se dice que, prácticamente a él le debe toda su carrera política. Comprender esto en Matamoros nos permite asimilar y deducir qué es lo que viene para las próximas elecciones locales en Tamaulipas. Es una elección de dos proyectos entre dos partidos grandes, con partidos satélites que juegan a la comparsa sin aceptarlo.

Es importante que sepan que la gente pensante ya los conoce, ya sabe por dónde van. Que triste que no hayan madurado al ritmo de la ciudadanía y que se hayan convertido en lo que antaño criticaban. Seguimos teniendo los partidos que simulan ser oposición sin serlo. Veremos para que les alcanza.

Su conducta es entendible pues hay casi siempre alrededor de un hombre de poder una turba de seguidores, como alrededor de un general hay una bandada de oficiales. Toda carrera tiene sus aspirantes que naturalmente forman el sequito de los que han llegado a su término. No hay poder que no tenga su comitiva, ni fortuna que no tenga su corte. Los candidatos son buscadores del porvenir y hormiguean en derredor del presente esplendido de otros encumbrados.

Por ejemplo, en el caso de las autoridades eclesiásticas “en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no puedo acordarme”, todo obispo un poco influyente, lleva en pos de sí una nube de querubines seminaristas. Agradar a un obispo es poner el pie en el estribo para un puesto de relevancia. Hacen llover en torno suyo, sobre los servidores solícitos y favoritos, y sobre todos esos que saben agradar, las prebendas y las canonjías que una candidatura del partido que fuere implica. Al avanzar ellos mismos hacen progresar a sus satélites: es cada uno de ellos todo un sistema solar en marcha. Su esplendor irradia sobre su sequito; su prosperidad se distribuye entre sus paniaguados en buenas promociones y buenos ascensos.

Toda esta simulación frágilmente deducida quedará en su conciencia, que es justamente el caos de sus quimeras, de sus ambiciones, de sus tentativas, el horno de sus delirios, el antro de sus ideas vergonzosas, el pandemónium de sus sofismas, el campo de batalla de sus pasiones frente a unos electores que han madurado y con quienes en este época de campaña batallan para que su mensaje sea creíble en función de una biografía suya que dice más que sus palabras de proselitismo.

El tiempo hablará.

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