La última semana del año, de todos los años, es eminentemente atípica. En ese bendito tenor permítaseme omitir los temas políticos; para eso tenemos todos los meses del calendario gregoriano que nos ocupara, si Dios quiere, todo el 2019.
Es una semana para estar con los seres queridos y olvidarse de los pobres empleados del SAT que no votaron por AMLO, bueno, aunque los que también votaron por él les fue igual. Me sorprende sobremanera ver como quienes criticaban a EPN por mucho menos hoy justifican las acciones del flamante presidente que nos endosaron más de 30 millones de mexicanos.
Esta semana atípica me ha servido para acercarme a mis amigos más entrañables pero también para meditar de cómo cambiamos los seres humanos de parecer. Dicen por ahí que cambiar de opinión es de sabios pero hay de cambios a cambios. Dos casos te comento querido lector que hoy formas parte de mi fabulosa y corta existencia.
La primera es realmente sorprendente. El diputado de Morena Mario López es digno del más sesudo de los análisis de la espécimen política que hoy nos adorna la escena dramática nacional en los quehaceres del congreso. El sexenio pasado se aventó con todo y video una protesta en contra de las acciones a realizar por parte de EPN y su banda con unos terrenos asignados a nuestro glorioso ejército nacional, en segundo lugar y de igual forma protesto en contra de lo que se pretendía que fuera la Guardia Nacional. Hoy apoya aquello por lo que protestó. Tal cual lo lee mi querido lector. No sé si este diputado fue, cual “apóstol Pablo contemporáneo”, a Damasco y tuvo su personalísima teofanía en el camino diciéndole: “¿Mario, Mario, por qué das coses contra el aguijón?” Luego entonces ese cambio inexplicable. Y el Señor diputado anda tan campante por la vida sin dar una explicación que al menos proyecte que le importa la inteligencia de los mexicanos. O quizá piensa que los mexicanos somos una bola de idiotas que, con eso de que más de 30 millones de mexicanos votaron por ellos, eso le quita a cualquier ciudadano el derecho a cuestionar, criticar o preguntar las razones de sus acciones.
Para ser la última semana del año ya plasmé mucho de política y con ello he faltado a mi palabra de lo que recién dije en el principio. Quiero ver qué se siente ser como el diputado Mario Delgado y cambiar de opinión en contra de lo que originalmente dije. La verdad soy un cínico y no siento ningún remordimiento. Ya entendí al diputado. Y ya sé que me aplicaran su “argumento estrella”. Ese argumento que se aplica a quienes criticamos al nuevo régimen: ¿Dónde estabas cuando los que se fueron se equivocaban? Creo que ayudamos más a nuestro presidente AMLO cuestionándolo y criticándolo que aplaudiéndole todo, aun mas cuando ya reconoció que se equivoca. Errores pasados de otros no justifican errores presentes de quienes prometieron hacer las cosas diferente.
Entremos a los buenos deseos para el 2019. Ya “hable” mucho de política. Permíteme querido lector algunos deseos que nos incumban y te sean útiles. Deseo de corazón que leamos mucho. Autores como el ruso Fiodor Dostoyevsky, de quien cuando leo su biografía pareciera que me estoy viendo en un espejo. De quien aprendo la semántica y la sintaxis para plasmarla en cada columna que tienes a bien leer. Otro ruso de antología es León Tolstio, el autor de la única novela que me ha hecho literalmente llorar, “Guerra y Paz”. Amén de que contiene un fragmento de ficción donde plasma un dialogo de dos grandes de la Historia Universal: Alejandro I de Rusia y Napoleón Bonaparte. Al leer esa porción sentirás que cualquier otro personaje humano, real o ficticio, quedará siempre chiquito.
León Tolstio es el Grande y universal de la literatura rusa que no fue reconocido. Debió haber sido el primer premio nobel de literatura en 1901, no lo fue. Fue asignado al hoy desconocido poeta francés Sully Prudhomme. También en esos rumbos y en esos niveles del intelectualismo debería existir el famoso VAR del fútbol para corregir decisiones tomadas. Nada que ver con presupuestos de egresos ni aeropuertos cancelados.
Como matamorense espero dos cosas para el 2019. Que el Señor Ricardo Peralta Saucedo, nuevo titular de la Administración General de Aduanas se venga a vivir a Matamoros después de ser ratificado por el Senado mexicano, por ser un puesto público relacionado con asuntos internacionales.
Mi otro deseo para Matamoros es que se abra al tráfico la calle primera en el tramo de la colonia jardín que ha permanecido cerrada los últimos años, dando mucha seguridad al consulado pero afectando sustancialmente el tráfico en las Avenidas Álvaro Obregón y Tamaulipas, así como en la calle dos. Mis queridos huéspedes americanos, échenle una revisada y ojala ya puedan cancelar dicho permiso que mucho nos afecta a los matamorenses.
El tiempo hablará.