En esta vida que nos tocó vivir, somos actores de nuestro propio drama. Miguel de Unamuno.
Mi querido y dilecto lector, no conforme de haber visto en la serie de Luis Miguel, con cierto grado de morbo, la forma en que su propio padre, Luisito Rey lo trataba con una especia de mezquindad asquerosa, totalmente impensable en el trato de un padre para con su hijo, pues la próxima semana sale a la venta el libro “Small Fry” de Lisa Brennan Jobs, la hija de Steve Jobs, un libro que aún sin salir a la venta ya causa controversia.
El título “Small Fry” en su traducción literal al español significa “Frito pequeño”, esto no nos arroja mucha luz de su significado pero es una expresión coloquial que pretende minimizar las adversidades que eventualmente puedan presentarse en la vida de cada quien con el único y loable propósito de mantenerse emocionalmente sano, sin telarañas existenciales frente a las incomodidades de la vida.
Estarás de acuerdo conmigo apreciable lector, que eso de asomarse a otras vidas para ver detalles que probablemente, tú y yo pudiéramos padecer, nos lleva al delicioso morbo de ver llover y no mojarse. En días pasados tuve un altercado relativamente fuerte con mi hijo, que vive plácidamente la retadora e impertinente adolescencia, de tal forma que si los detalles de ese lapso de vida se hubieran ventilado de una forma o de otra bien pudieras decir de mí, que como padre soy nefasto. Pues ese juicio apriorístico es el que arroja la lectura de este libro, el cual no deja bien parado al genio de Apple.
Lisa Brennan-Jobs es la hija que Steve Jobs tuvo con Chrisann Brennan en 1978 cuando ambos tenían 23 años de edad, justo cuando las feromonas y las hormonas se desbordan en la vida de cada quien. De esta relación nace la autora del libro en cuestión a la cual el ilustre e insigne hombre de las computadoras le negó en un principio su paternidad.
Pues déjame decirte querido lector que el próximo martes 4 de septiembre saldrá a la venta en Estados Unidos este tan comentado libro autobiográfico “Small Fry”, el cual proyectará un retrato crudo de uno de los pasajes más oscuros en la vida del fundador de la primera empresa de Norteamérica que supera la friolera del billón de dólares de capitalización. Revelaciones que no podemos imaginar del icono de la prosperidad y el éxito en Silicon Valley. Por ahora, es posible descargar en iBooks los primeros fragmentos, entre ellos el capítulo “Hippies”.
Uno de los pasajes de este libro que más arrojan información morbosa a detalle de cómo era nuestro querido personaje es cuando la autora, hija del susodicho describe el momento en su infancia cuando ella muy oronda y orgullosa exclama: “Mi papá le puso mi nombre a una computadora”. A lo que el insensible y “desnaturalizado” padre Jobs reacciona contrariado y exclama: En realidad solo fue una coincidencia. Lisa son las siglas de Local Integrated Systems Architecture: L-I-S-A. Y enfatiza con ironía escalofriante, es una coincidencia”.
La parte que llama mucho la atención es la negativa de Jobs a relacionar el nombre de uno de sus primeros productos con el de su hija, cuya paternidad negó durante un tiempo. Esto dará mucho de qué hablar la próxima semana. Sobre todo porque humaniza con mucha crudeza a quien en forma automática asociábamos su éxito profesional con una imagen casi inmaculada de ser humano. Pero como bien dice aquel legendario libro denominado La Biblia: Maldito el hombre que confía en el hombre. Jeremías 17:5. Y después de esta cita solo me faltará solicitar las ofrendas respectivas.
Otro fragmento deliciosamente morboso es la confesión de que, tres meses antes de que Jobs muriera, Lisa antes de despedirse de una de sus visitas a su padre, entró al baño, y bueno mi querido lector, los baños de los enfermos no huelen precisamente a rosas, sale y abraza a su padre, que con mucha dificultad pudo ponerse de pie. Ella se despide con expresiones melosas, típicas de una hija empapada del amor por un padre en el ocaso de su muerte, y la respuesta que recibe es: “Hueles a inodoro”.
Small Fry narra la tormentosa y contradictoria relación entre el empresario y su primogénita, sin negar la admiración por el innovador, tampoco oculta los momentos en los que fue víctima de su crueldad. Cabe señalar que este autobiografía abunda en detalles de cuán mezquino pudo llegar a ser nada más, ni nada menos que nuestro muy querido diseñador de nuestros ubicuos y elitistas productos Apple.
Esto es una manifestación más de la naturaleza humana que a todos nos incumbe. Somos seres esencialmente imperfectos y perfectibles. Podría decir que bajo otras circunstancias en otros dramas de la vida yo también soy Steve Jobs. ¡A leer el libro!
El tiempo hablará.