Historias de Matamoros. Erick Agustín Silva Santos. (III)

Los relatos de los ex presidentes de Matamoros, indudablemente son para la comunidad una supervivencia del pensamiento mágico, se convierten en el rastro de una versión fascinante en el aura de las palabras expresadas, con una visión retrospectiva que nos aporta mucho por el enriquecimiento que da la madurez que viene obligadamente con el tiempo.

Muchas historias se pueden haber dicho de Erick Silva (ES), hoy de 50 años, conviene, sin embargo, que el lector sepa algo más preciso acerca de este protagonista de la política local en otros años. La cita fue gestionada por nuestro amigo común Arturo Castilla, a las 12:00 del mediodía en la casa estilo moderno del entrevistado, quien me recibió con la calidez propia de quien cuida ser un buen anfitrión.

Llegué pocos minutos antes de lo convenido y ES ya estaba listo a recibirme como amablemente lo hizo. Fue una plática con un intenso aroma de la vida política local, pues su historia está llena de nombres célebres en otros tiempos. Estudiante de la preparatoria Flores Magón de la generación 85-88 en la época del alcalde Fernando Montemayor, a quien invitó a sus 16 años, como presidente de los estudiantes, pues ya llevaba el aguijón de la pasión política clavado en el corazón.

Egresado de Ingeniería Industrial en el Tec de Matamoros, en donde también fue presidente de la mesa directiva, ahí conoció como maestro al actual alcalde Mario López, coincidencias místicas. En ese mismo tiempo compitió por la presidencia del frente juvenil municipal del PRI contra toda posibilidad de ganar, pues su oponente era propuesto por Adrián Gallardo, líder nacional de los jóvenes en ese partido. Ganó y eso le permitió ser regidor y estudiante a sus 22 años en el trienio de Tomas Yarrington.

Vivió como priista la derrota de Homar Zamorano (HZ) en 1995; con la actitud del hombre leal que, perdida, sin culpa suya, una batalla importante, afligido, mas no desalentado, preocupado mas no abrumado, corriendo y no en fuga, acude allí donde la necesidad lo reclama, estuvo pues en Coplade, el ente del gobierno del Estado que hacía las obras sociales con Sergio Carrillo, quien había corrido la misma suerte que HZ en Altamira, y al igual que él al volverse a postular ganó.

Secretario de Educación con HZ a los 28, secretario de Bienestar Social con Mario Zolezzi a los 31, diputado federal con Baltazar Hinojosa a los 35. Vivió el desafuero de AMLO muy de cerca. Aquí hay que hacer un paréntesis para narrar cómo logró la candidatura a la presidencia municipal. Esta historia es fascinante. Otra vez, contra toda posibilidad de ganar.

Eran 4 precandidatos: Chuchín, Poncho, Salvador y ES. El de menos posibilidades frente a la estructura de poder era él y lo sabía. Gamundi le dijo que esperara su tiempo, a lo que respondió: “Los tiempos no los marco yo, los marcan las circunstancias”.

Para ganar una candidatura necesitas dinero y padrinos, ES no tenía ni lo uno ni lo otro. De esta forma, en una ocasión de las tantas locas cabalgatas de Eugenio en Nuevo Laredo (NL), ES esperó a que sus contrincantes se adelantaran a ese viaje, e hizo una reunión en la plaza principal con un gran poder de convocatoria cuya evidencia gráfica llegó hasta el entonces gobernador. Se comportó como un chivo en la cristalería de la democracia.

Esa convocatoria a las masas en la plaza principal cuando era el coordinador del programa “Unidos Avanzamos Más”, fue el conjuro político que se convirtió en sortilegio frente a Eugenio Hernández y sus compañeros de partido que también anhelaban el mismo puesto que le dio la nominación a la candidatura de alcalde.

Era una apuesta al todo o nada, y ya había cruzado el Rubicón. En NL Eugenio lo recibió con beneplácito; las cartas estaban echadas. Antes de la gran decisión un empresario de la radio lo invitó a pescar en la Isla del Padre, hasta allá llegó la llamada para trasladarse a Victoria con los otros tres contendientes en un avión particular.

En ese viaje a Victoria para saber quién sería el elegido, todos tenían alguna pregunta que hacer, nadie una respuesta que dar. Ya en la capital se develó la incógnita.

Y al oír aquellas palabras del entonces gobernador, preñadas de un sentido misterioso, y pronunciadas con tanta determinación, le pareció que en ellas debía contenerse la solución de todas sus dudas. Él era el elegido.

Como un barco desencallado, siguió, a toda vela, el curso de su estrategia y valiéndose de su talento político, que era su ambrosía existencial, logró el culmen político local, ser alcalde a sus 37 años. El mamporro político lo dio a sus contrincantes. Eso no lo dijo él, lo digo yo.

La historia de ningún ex presidente cabe en una columna. Habrá que regresar con video y audio con Locuras Cuerdas.

El tiempo hablará.

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