Andando en busca de historias en nuestra ciudad pude conocer a la única especialista en endoscopia pediátrica de Tamaulipas, esto quiere decir que no hay otra persona con esta alta especialidad en el estado, y con sumo agrado te comento, apreciado lector, que ella es de Matamoros.
Hay matamorenses contemporáneos, hombres y mujeres, que son verdaderos héroes con mucho talento, quienes logran metas excepcionales, y que muchas veces pasan inadvertidos porque nos acostumbramos más a ver nuestros defectos. Nuestro personaje de hoy nació el 14 de julio de 1985, en el hospital del IMSS de la sexta entre Ocampo y Mina, Laura Raya Garza, hija única, con todo lo que este dato implica, de Octaviano Andrés Raya Hernández y de Carmen Julia Garza Sánchez.
En aquel tiempo sus padres vivían en el barrio de “La Capilla” y a las dos semanas de nacida se la llevaron a vivir a la colonia Mariano Matamoros donde prácticamente hizo su vida; estudió en la primaria Francisco I. Madero, después en la secundaria Técnica 4 y seguidamente en la preparatoria Juan José de la Garza; ahí decidió que quería estudiar medicina y lo hizo del 2003 al 2009 en la UAT de Matamoros, incluyendo su internado de pregrado.
Después de varias pláticas con sus padres que no podían dejar de verla como la hija única, Laura pudo irse a Monterrey para su servicio social; tenía dos opciones: una de ellas era el área comunitaria y la otra la de investigación, para este último tenía que aprobar una serie de requisitos y lo logró para poder desempeñarse en el laboratorio de Micología de la Facultad de Biología de la UANL. Ahí la Química Alba Salinas “Bita” le dijo:
-Para crecer profesionalmente tienes que salir del rancho.
Estas palabras retumbaron en Laura, pues de sobra sabía que la aduana paterna no sería fácil, pues ya había experimentado el 5º año de su carrera el verano científico en San Luis Potosí, anhelo que lo planteó a sus padres, pues nunca había salido de la ciudad, pero los convenció. Dicho periodo lo llevó a cabo con el Dr. Daniel Noyola Cherpitel, un infectólogo pediátrico de la Huasteca.
Con el tema del servicio social vinieron muchos viajes a la Ciudad de México, primero para una entrevista y en una segunda ocasión para recibir la carta de aceptación, en el primer viaje fue con su mamá y en el segundo con su papá, era impensable dejar sola a la hija única.
Finalmente, en el 2008 fue a su servicio social en Monterrey. Ese año fue una experiencia bastante agradable, pues estuvo frente a las necesidades que se viven en nuestro país en el tema de la investigación, en donde se percató que no hay mucho interés. Un año de servicio social fuera de consulta médica y dedicada solo a la investigación de laboratorio en la UANL, tiempo en el que recuerda que de su sueldo de becaria compraba sus placas para sus experimentos.
Terminando el servicio social le comentó a su papá que quería presentar el examen para la especialidad y que requería apoyo económico para tomar un curso intensivo de un mes que la capacitaría para dicha prueba, con un costo nada barato. Don Octaviano, entonces empleado de Walmart, hizo un gran esfuerzo y pudo enviarle el dinero a su hija, ella al ver el esfuerzo que su padre hacía le dijo con cierto dolor en su corazón:
-Te prometo que voy a pasar el examen.
-Tú solo dedícate a estudiar y ya veremos qué pasa, pero ten un plan “B” y un plan “C”.
Laura presentó el examen en Cintermex con otros 1,500 estudiantes de medicina. Vivió dos meses con la angustia de esperar el resultado en Matamoros con sus padres. En ese inter tuvo sus primeras consultas en un local de farmacias similares en la colonia Las Culturas, hasta donde se iba en pesera.
Finalmente ingresó en marzo de 2011 a su residencia de pediatría, durante el primer año en el Hospital 33 de Félix U. Gómez y en el segundo año fue en la Clínica 25 del IMSS, en las calles de Gonzalitos y Fidel Velázquez. En estos dos años Laura tenía toda la intención de desarrollarse en infectología pediátrica. El primer mes vio oncología, mucho niño con cáncer, el segundo mes hematología, muchos niños con leucemia; fue un tiempo de aprendizaje muy tenebroso pues no veía el sol ya que entraba a las 4:30 AM, salía de noche y muchos pacientes infantiles se morían, situación que le pegaba mucho en el ánimo.
Llegado el tercer mes de su segundo año de especialidad tocaba rotar en cirugía pediátrica; la leyenda urbana decía que no hacían nada significativo, que solo los traían de mandaderos y en una ocasión que hacía su reporte se le acercó Tere Pompa, una hematóloga y le preguntó:
- ¿Y has entrado a cirugías?
Esta pregunta le dio rumbo a su vocación que hoy la tiene como la única endoscopista pediátrica en todo Tamaulipas.
El tiempo hablará.
Próxima entrega: “14 años de estudios profesionales».