La cita fue a las 10:00 AM en su casa. Cuando se formalizó el encuentro no tuve la precaución de preguntar el número de su domicilio, nada grave que no resuelva una llamada a uno de sus tantos amigos, otra vez Rodolfo Simón, que inmediatamente me ayudó a resolver el escollo.
Ramón Antonio Sampayo Ortiz (RASO) salió personalmente a recibirme en su casa de estilo colonial, cuya arquitectura seduce por ser una construcción rodeada por un impecable jardín que a todas luces se ve que hay quien lo atiende permanentemente. Ya en el interior de su residencia se respiraba una calidez adornada por un mobiliario propio de la arquitectura colonial y preponderantemente por antigüedades.
Me llamó la atención una figura plateada de un ángel repujado que nos acompañó durante todo el tiempo que estuvimos conversando. El ambiente, impregnado por nueve retratos de miembros de su familia, la mayoría de ellos de ornamentos encima de un piano color nogal y dos cuadros, uno de una pintura clásica religiosa y otro alusivo a la cultura egipcia. Me ofreció un café que le acepté y que él mismo preparó.
Sentado frente a mí estaba con una indumentaria muy casual, mezclilla, camisa a cuadros blanca con azul y zapatos modernos livianos tipo Steve Jobs con su pelo abundante y canoso pero sin perder la esencia de un adulto joven, quien fuera la máxima autoridad en nuestra ciudad de 1996 a 1998. Amable, accesible y libre, característico de un hombre que gracias a su circunstancia o a pesar de ella sabe aquilatar el paso de los años y cuyas acciones no son determinadas por el temperamento ni la emoción, sino por la materia gris.
Así comenzó nuestra plática con el primer panista que gobernó Matamoros, RASO. Compitió en 1995 contra el priista Homar Zamorano, muy cercano al entonces gobernador Manuel Cavazos Lerma (MCL), en una época en que el otrora poderoso partido político era prácticamente invencible, por eso su victoria hay que verla con cierta admiración y respeto, más aun, que venció a un PRI de Tomas Yarrington (TY) y del legendario operador político Chuy Vega.
Estudió contador público en el Tec de Monterrey, pero toda su vida estuvo enamorado de la ingeniería civil. Fue compañero en tronco común precisamente de TY, con quien mantuvo una relación de estudiantes foráneos, junto con Humberto Martínez de la Cruz en la sultana del norte. Antes de ser alcalde presidió la Coparmex local y fue justo ahí donde surgió en su interior el anhelo por ser la máxima autoridad de la ciudad.
Justo como presidente de este aglomerado empresarial tuvo su primer acercamiento con el gobernador MCL. El caso fue porque en cierta ocasión unos militares ingresaron en la casa de un empresario sin orden de un juez. RASO solicitó a TY que lo acercara a la máxima autoridad en el Estado para hacerle el planteamiento y fue recibido en el restaurante “Los Portales”.
El gobernador lo trató con cierta frialdad pero al final atendió su petición. No sin una serie de actitudes histriónicas las cuales RASO las tomó como excentricidades propias de quien se sabe poderoso.
Se acercaba el fin del trienio de TY y aunque nunca había incursionado en cosas de gobierno surgió la oportunidad de ser candidato y no lo pensó mucho, pues entendió que cuando se aspira a ser político y se tiene una fuerza interior que conduce a la política, había que aceptar el reto.
Una vez llegado el triunfo el fantasma de que TY le ayudó a lograrlo estuvo presente. En algún momento tuvo fuertes diferencias con él, pues el ex alcalde siempre quiso demostrarle a su jefe político, el gobernador MCL, que esa idea era un invento de sus contrarios para enemistarlo y lo quiso convencer a costa de golpear la administración del panista, quien en su momento supo torear el vendaval y salir airoso.
Los primeros días de su administración se caracterizaron por una relación muy distante con MCL, que se traducían en atrasos en las partidas presupuestarias y que tuvieron su máxima fricción con el nombramiento del gerente de la JAD, pues en el malabar de los nombres propuestos por el alcalde le quisieron ganar la partida, pero al final logró imponer a su candidato: Alfonso Sánchez Ruelas.
Estas asperezas no siempre se dieron, pues RASO entendía que el propósito del auténtico político es crear las condiciones para hacer las cosas, y en función de eso logró tener buenas migas con el jefe político en el Estado.
En medio de la entrevista hubo un detalle que proyectó sus prioridades existenciales actuales. Una de sus nietas entró como dueña absoluta del corazón de su abuelo, y sin pedir permiso, se enfrascaron en un afectuoso abrazo con su respectivo beso.
Terminamos nuestra plática con la idea flotando en el ambiente de que hay que agendar un segundo encuentro. Gracias Ramón.
El tiempo hablará.