Si de algo estoy seguro es de la nítida y constante ignorancia que me ha acompañado toda mi vida. En la inmensidad del universo solo tengo una certeza, y es que por mucho que pueda yo saber, de lo que sea, siempre será más lo que ignoro. Me consuela la idea de que al tener el hábito de leer, siempre podrán pegarse a mi léxico las formas y la semántica de quienes me atraen por sus letras o su forma de saber expresarse.
Me gusta citar a los autores que leo cuando vienen al caso con el tema abordado, hay quienes llevan su curiosidad por los autores aquí mencionados hasta el extremo de ir en busca de los libros para saciar su necesidad de letras y de conocimiento. Saber ese detalle es fantástico.
El día de ayer por la mañana me cite en un café con un buen grupo de amigos que, además de adornar mi vida presente, la enriquecen e incluso disminuyen mi abundante ignorancia. En medio de la poética cotidianeidad que su compañía aporta a mi existencia surgieron los temas de rigor en nuestro Estado. Que si el gobernador ya perdió frente a Morena. Que si los paraguas de Mario López. Que si en Matamoros nos creemos mucho por ser nota nacional que el joven matamorense, Iván Parga Ornelas, fue aceptado en la Universidad de Oxford para hacer su doctorado. Todo eso salpicado eventualmente de las carrillas propias que la confianza permite, sin perdernos el respeto.
Uno de los puntos abordados en medio de tanta puerilidad retorica fue que alguien comento tener la duda, de que cuando un servidor escribe esta columna pletórica de citas de autores clásicos, si en verdad es que los he leído. Encuentro razonable y hasta natural la desconfianza mencionada y me arriesgo a afirmar que el culpable de esa divertida duda es Google. Viviré con eso.
En esa misma charla surgieron datos que me parecieron culturalmente deliciosos y que los compartiré contigo amable lector. Espero que los encuentres tan enriquecedores y atractivos como a mí me lo parecieron.
Alguien comento que la ciudad de León y Castilla son el esqueleto de la actual España; y un dato que todos en la mesa sabían menos yo era que el idioma castellano viene precisamente de Castilla. Algo tan simple para todos, para mí fue como juguete nuevo. Lo divertido fue el bouling que merecidamente mis amigos hicieron conmigo. A ellos quizá ya se les olvido la divertida burla, pero yo sigo disfrutando saber que el idioma castellano se llama así por haber surgido de Castilla, y que a su vez la ciudad de Castilla se llama así por la gran cantidad de castillos que hay. Me siento como los aztecas con los espejos de los españoles. Algo común para unos no lo es para otros.
Otro punto que me enriqueció en la plática de ayer fue el origen de la palabra “restaurante”. Este significado tiene que ver con el mundo culinario y con la satisfacción que nos da ingerir los sagrados alimentos para que nos “restaure” el cuerpo. De tal forma que cuando vayamos a comer podemos decir justamente que vamos a restaurarnos, y el lugar ideal y natural para hacerlo es en los restaurantes.
Y algo que me movió las entrañas porque sentí que me toco profundamente el sentido de pertenencia fue conocer el origen de la palabra “Chamba”. Debo reconocer que hasta este momento de la plática yo estaba fascinado por el conocimiento que mis amigos aportaban a mi existencia. En mi mente me revoloteaba la idea de: “Esto lo tienen que saber mis lectores”, y heme aquí como niño chismoso que soy, pero como el compartido que también soy, plasmando para ti estas pequeñas capsulas de cultura.
Sigamos pues. La palabra “chamba” se originó, según dijeron en la mesa, en la década de 1940 con los braceros mexicanos que se iban a los EU, aquí cerquita al Valle, para ser contratados en las tareas agrícolas. Cuando terminaba la labor para la cual fueron contratados tenían que ir a la “Chamber of Commerce” de la localidad donde habían trabajado a solicitar les dieran otra oportunidad para ganar billetes verdes; y en su inglés poco ortodoxo decían entre ellos: «voy a la Chamba», o sea «voy a la Chamber». Que maravilloso es conocer el origen de las cosas y las palabras. Aunque bueno, no en todo aplica esto, pues bien decía Otto von Bismarck que las leyes son como las salchichas: mejor no ver cómo las hacen.
Lo que si me gustaría saber es en que argumento descansan aquí en Tamaulipas las asignaciones de las diputaciones plurinominales de todos los partidos, y también las candidaturas y precandidaturas asignadas. Unas son bastante comprensibles, otras no lo son tanto. Hay partidos que se comportan como lo que una vez criticaron. Hay otros que de plano tienen que aprender a ser oposición.
El tiempo hablará.