La guerra de los discursos. El Doctor vs El Truco.

Lo que natura no da, Salamanca no presta. Miguel de Unamuno.

Según la RAE la oratoria es el arte de hablar en público con elocuencia, con la finalidad de persuadir o conmover al auditorio. Involucra al menos tres elementos: gramática para saber hablar, dialéctica para llevarnos a una idea y retórica para entusiasmarnos con lo escuchado. En ese tenor y bajo esa apreciación me puse a calificar la narrativa de los dos principales candidatos a gobernador, César Verástegui alias el Truco y Américo Villarreal alias el Doctor, en sus respectivos discursos después de registrar formalmente sus candidaturas ante el IETAM.

Grandes oradores de la historia son Demóstenes, Winston Churchill y Barack Obama. Hay más ejemplos pero con tres es suficiente. En el estado un gran orador indiscutible fue Tomás Yarrington. Todos ellos siguen una idea, saben empaparse de ella y la adornan con palabras entendibles para las masas.

Los discursos después de haber sido inscritos como candidatos por sus respectivas alianzas, tanto de El Truco que duró 23 minutos, como de El Doctor que duró 19 minutos, se proyectan con estilos muy diferentes, donde en ambos se ve una irremisible necesidad de asesorarse bien en eso de la oratoria. Lo de ellos no es precisamente la oratoria ortodoxa pues ambos pecan de leer lo que dicen, siendo que, en estricto sentido, los apuntes son para desarrollar ideas a partir de palabras y no para leer todo el discurso, esto le quita sentimiento y fuerza narrativa.

El Truco me resultó muy silvestre en su estilo, por no decir desordenado y sin brújula. Nos llevó de ninguna parte a ninguna parte, pues en su discurso de 23 minutos tuvo 47 repeticiones, la mayoría de ellas innecesarias. Cabe señalar que en algunas ocasiones la repetición viene a ser una expresión que le da fuerza discursiva a las palabras, pero cuando se usa y abusa de las repeticiones no estamos muy lejos de inferir falta de contenido en el ponente.

Citó a Luis Donaldo Colosio Murrieta, quizá con sentido histórico priista pero sin valor real en el presente pues el linaje político del aludido ya navega en otro partido; si quería tirarle una flor al PRI hubiera sido mejor citar a Rodolfo Torre Cantú.

Es muy repetitivo y no concluye las ideas. Las masas lo controlan, él no controla a las masas. Seguro que se dará cuenta que una cosa es ser operador político, donde es un Joseph Fouché “El genio tenebroso”, y otra muy distinta un candidato que requiere de la oratoria para persuadir electoralmente más allá de la burocracia tamaulipeca.

Concluir su discurso con una frase de léxico cuasi estridente me parece una apuesta muy arriesgada: “Hagamos de Tamaulipas un estado con madre”. Pareciera que el candidato a jefe de grupo es el desmadroso del salón. Si se deja ayudar tiene una muy amplia área de oportunidad. Lo rescatable de su estilo es la imagen familiar que utilizó y haber sacado de la ecuación electoral la marca Cabeza de Vaca. Tiene mucho por mejorar, si no lo hace le puede costar una flagrante derrota.

Por su parte el doctor Américo Villarreal dio dos discursos. Ambos muy bien estructurados. Uno de dos minutos en el IETAM y el otro de 19 minutos frente a sus seguidores después de haber sido inscrito como candidato. Creo que tiene asesores de oratoria, se nota. Escuché algunos de sus discursos cuando era candidato a senador y se dio cuenta que le hacía falta aplicarse para poder proyectar las ideas que le invaden su cabeza.

Apeló con orden en su discurso a los partidos que lo apoyan en su alianza, con nombre y apellido de sus representantes. Mencionó a sus padres, su paso por la universidad y por el servicio público. Hizo una mención especial para su compañera de vida, su esposa. A diferencia de El Truco que no mencionó a Cabeza de Vaca, el Doctor sí aludió a López Obrador. Cada quien valorando las posibles ventajas y desventajas de mencionar a quien les abrió la puerta de su candidatura.

Américo Villarreal es más articulado en el planteamiento de sus ideas pero le falta soltar un poco la lectura del papel y ser más espontáneo para darle pasión a sus palabras y de esta forma sus seguidores sean más que los incondicionales de la 4T en el estado.

El estilo del panista es más tosco, pudiéramos decir que es la versión tamaulipeca de El Bronco, y eso puede ser el camino para ser simpático frente al electorado. El Doctor, como todo buen cardiólogo es ordenado y proyecta finura, quizá deba ser más pueblo para no perder con el orden lo que en el desmadre pueda ganar el oponente.

El tiempo hablará.

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