Hemos aprendido a lo largo del tiempo que la adversidad se convierte a veces en un acicate que obliga al cerebro a pensar para encontrar cuartadas y salidas. Por esa razón son muchas las personas en quienes la mejor versión de ellos mismos se encuentra precisamente cuando están enredados en problemas.
Siempre quise hacer una novela cuya narrativa partiera de un hecho real. Hoy encuentro una ostentosa oportunidad en este inédito drama en que está envuelto El General, quien se desenvolvió en una infancia con una vida severa, ya que a los dos años de edad, su padre, un teniente coronel del Ejército Mexicano, lamentablemente falleció de un infarto. Eso lo marco para toda su vida. Debido a esto, El General fue hijo único, lo que derivó en una dependencia económica y afectiva de su madre, quien se dedicaba a la venta y confección de vestidos para dama, y con ello poder ofrecer a su hijo la educación que tanto anhelaba por las pláticas que con suma devoción ella misma le contaba de su difunto marido, para construir en la pueril mente de su amado hijo, un sentido de pertenencia familiar que lo estimulara a ser la mejor versión de sí mismo, un militar, lo logro con creses.
La dicha lo embargo a sus diez y seis años de edad cuando el 23 de enero de 1964, en el epílogo del sexenio de otro presidente López de nombre Adolfo, logra ingresar al glorioso ejército mexicano; la primera meta de vida se había logrado. Venían muchas más.
Es obligado que hagamos una reflexión para terminar de ubicar que el protagonista de esta narrativa es ese que tuvo mucho poder el sexenio pasado, quien a sus juveniles treinta años de edad, pudo darle la satisfacción a su madre de haber egresado como oficial del Estado Mayor del Ejército Mexicano, con licenciatura en administración militar en la Escuela Superior de Guerra, donde nadie le quitaba el mérito indiscutible de ese don de mando que lo había caracterizado desde su más tierna infancia.
Una vida sellada por la disciplina pues a los cuarenta y siete años logró concluir la maestría en seguridad y defensa nacional en el Colegio de Defensa Nacional del ejército mexicano y dos años después, a sus cuarenta y siete, ya con ese empaque académico militar indiscutible, es nombrado director del Heroico colegio militar.
La vida castrense le sonreía lo que la vida infantil le había negado. El verde olivo de su vestimenta militar evocaba el recuerdo de su fallecido padre, a quien en realidad solo conoció por los frenéticos y adornados relatos de su madre. Le gustaba acariciar la idea de que en algún lugar del universo su padre lo veía y estaba orgulloso de él, del director de la única escuela militar de su país, su Salvador.
Le gustaba decirle a sus amigos que solo dos años de su vida infantil habían sido suficientes para empaparse de la existencia de su padre y de esa forma poder llegar a ser todo lo que siempre quiso ser, y la muerte le había troncado. Pero la disciplina aun le alcanzaba para más. El futuro le deparaba dos vivencias antagónicas, la gloria y el infierno.
La algarabía del triunfo en el 2012 del candidato del PRI aun no terminaba cuando a Cienfuegos le es extendida la invitación para ser el próximo secretario de la Defensa Nacional, nada más ni nada menos que la máxima autoridad del glorioso ejercito mexicano. Fiel a su estilo militarmente disciplinado y a pesar de su característico estoicismo para tomar con el mismo temple las buenas y las malas noticias, en su interior latía con fuerza la grata sensación del logro ofrecido desde siempre a sus padres, extendido en ese momento a toda su familia.
Y como un parpadeo, del 2012 a la noche del jueves 15 de octubre del 2020 viajando de México a EU con su familia, en forma inesperada, el General Cienfuegos, la máxima autoridad castrense en el sexenio de Enrique Peña Nieto fue injustamente arrestado en el aeropuerto de Los Ángeles. Nuevamente, su estoicismo salió a flote. Ni las buenas noticias lo ensoberbecen, ni las malas noticias lo pierden.
Ya en la Corte de Distrito Federal en Brooklyn, donde el bullicio jurídico se respira en el ambiente, la juez asignada pudo ver que el curriculum de Cienfuegos era indiscutiblemente admirable. Nada de lo que pueda decir un testigo protegido puede ser más contundente que la historia de vida del General Cienfuegos. Al leer la biografía del acusado, la juez tuvo que respirar más de dos veces, pues le invadía una incómoda sensación de suciedad moral; Esa historia de vida del militar mexicano, más que cansarle la vista por lo nutrido de sus méritos descritos, se la encandilaba por el brillo envidiable que proyecta y transpiraba cada una de sus letras. Gral. de Div. D.E.M. Salvador Cienfuegos Zepeda. Lo que sigue de la historia ya lo conocemos.
El tiempo hablará.