Nos ensayaste como se afina la plata. Nos metiste en la red; Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza; Pasamos por el fuego y por el agua, Y nos sacaste a abundancia. Salmos 66.
Mi querido y dilecto lector, tuve la muy aportativa oportunidad de ver la entrevista que el periodista Jorge Ramos le hizo al candidato a la presidencia de México Ricardo Anaya en el auditorio de la Universidad Iberoamericana, la cual se trató en realidad de un dialogo con la comunidad universitaria de esta institución que se ha convertido en un filtro para medir la capacidad de reacción de los candidatos que son confrontados con temas delicados o complejos y también en muchas de sus contradicciones que se han dado a lo largo de su vida, contradicciones que todos los seres humanos tenemos pero que en el contexto de un candidato son materia de apoyo para confrontarlos y de esta forma medir su capacidad de reacción así como su inteligencia que en algunos de ellos, solo llega a ser astucia.
Es importante señalar que estos encuentros en la Ibero se caracterizan por no ser precisamente una luna de miel para los candidatos que asisten; cabe señalar que hace seis años el presidente EPN tuvo un muy fuerte desaguisado con los alumnos que asistieron a su entrevista, de la que surgió el movimiento #yosoy132, que sin perder de vista la posibilidad de que fuera una acción propiciada por su oponente de izquierda, el mismísimo AMLO, fue un dolor de cabeza que a la larga no le quito el triunfo en las urnas.
Este tipo de oportunidades requiere de dos ingredientes elementales, un buen trabajo de periodismo y de investigación para rescatar de la biografía del invitado, declaraciones que en el pasado haya dicho y que, por circunstancias de la vida, dichas posturas pretéritas ya no armonizan con su presente, pero que son fundamentales y reveladoras para aquellos ciudadanos que verdaderamente razonan su voto. El analista o periodista que no hace su tarea convertirá la entrevista en un espectáculo para el aplauso fácil y para posturas vanas e insustanciales y no para tomar decisiones de voto.
El segundo ingrediente en esta dinámica de entrevistas aparentemente agresivas, es la voluntad y el deseo de correr el riesgo del candidato para ser entrevistado por una contraparte que tiene fama de hacer cuestionamientos de confrontación y contraste. En ese tenor quienes nos dieron una catedra de periodismo de primer mundo fueron precisamente el periodista Jorge Ramos y el candidato Ricardo Anaya. Quienes esperan que el contenido de este tipo de entrevistas estén cargadas de preguntas vanas e intrascendentes dirán que a Anaya lo destrozaron, craso error, la entrevista fue una catedra de cómo debe ser una entrevista a cualquier candidato, en la que todos ganamos, el entrevistador, el entrevistado y nosotros, la audiencia que recibe la información que de ahí se deriva.
Sesudo lector, como ciudadanos debemos aspirar a ser una comunidad crítica y pensante pero capaz de entablar diálogo y de escuchar. Todo esto para evitar que lleguen al poder personas improvisadas o de muy corto alcance en su estructura mental. Sé, que someter a este tipo de entrevistas, por su formato parecen rudas pero que en realidad ayudan mucho en la decisión del voto para dar empaque a nuestra democracia.
Si estamos hartos de los políticos tradicionales que solo aceptan entrevistas a modo y comentarios o preguntas cómplices para ensalzar al entrevistado, seguiremos teniendo en función a los políticos que ya no queremos.
Aceptemos la confrontación, no para humillar, sino como un instrumento de medición de la conducta siempre escondida de quien aspira a un puesto de elección popular. Se vale cuestionar las contradicciones o las aparentes contradicciones para no conocer la esencia del próximo presidente de nuestro país ya que este en funciones, siempre será infinitamente mejor conocer sus “defectos” antes de arribar a su puesto aspirado, de lo contrario viviremos la sentencia bíblica que alude a la circunstancia distópica que aterrizaría en nuestra vida el llanto y crujir de dientes.
Dicho sea de paso, no termino de entender la razón de no contestar con contundencia a las preguntas de si apoyan o no el aborto o el matrimonio homosexual, dentro de mi muy amplia ignorancia supina, me pregunto si asumirán que este grupo son mayoría o quizá una minoría determinante de una elección. Siempre les exigen una respuesta binaria, es decir, si o no, pero nunca contestan de esa forma, siempre dan una letanía que no responde nada y nos deja igual.
Esperemos que los otros tres candidatos le entren a la Ibero y a Jorge Ramos, en pro de la democracia. AL fin y al cabo que no muerden, solo son lámpara en medio de una noche borrascosa que se llama “Elección presidencial”.
El tiempo hablará.