La valentía bajo presión es un don. Ernest Hemingway.
Mi querido y dilecto lector, hoy abordaré el tema referente a las promesas desmesuradas que ocasionalmente hacemos bajo ciertas circunstancias de presión o de momentos muy peculiares en los que es conveniente una retórica que pudiéramos decir se aplica solo al momento. Un ejemplo un poco exagerado es aquel padre de familia que le dice a su hijo: “Mira que si no haces tú tarea te mato a palos”. Obvio que si el vástago no hace su tarea no lo va a matar. Si acaso le da una buena regañina. Agregaría Adela Micha, una reconvención, admonición, monición, amonestación, reprensión o reproche; lo que sea menos cumplir su palabra empeñada con la hipérbole expresiva que en su momento espeto a su hijo con el fin de que cumpliera sus obligaciones.
¿Alguna vez has hecho una promesa que después se te hizo difícil cumplir? Es muy de la naturaleza humana caer en este tipo de situaciones, que nos llevan a un precipicio existencial en el cual nos puede salir más caro el caldo que las albóndigas.
Perdón por mis amigos ateos, el ejemplo que daré es para efectos estrictamente didácticos, y nada que ver con intenciones espirituales escondidas. A mis amigos cristianos no intenten levantar las ofrendas del día ya que el ejemplo es solo para pretender ilustrar y traer luz al presidente electo AMLO y a los diputados de Morena que andan muy orondos, como niños con juguete nuevo, estrenando poder casi absoluto en el congreso de la unión.
Resulta que en el antiguo testamento de la Biblia, particularmente en el libro de “Jueces” en el capítulo 11 se menciona la imprudencia de un personaje llamado Jefté, un valiente juez de Israel.
Jefté vivía un tiempo particular en que a los israelitas les importaba tres cacahuates hacerle caso a las indicaciones de Dios, algo muy parecido a estos tiempos. El pueblo aludido se la pasaba haciendo lo malo. Así que Dios deja protegerlos; olvídese de hacer un juicio de valor en este momento, yo solo le estoy comentando las cosas como supuestamente fueron. Es entonces cuando otra nación, gente de Amón les comienza a causar daño. Los israelitas, como buenos seres humanos que eran, ya no veían lo duro sino lo tupido y entonces claman convenencieramente a Dios y le dicen: ¡Sálvanos!; algo así como en su momentos los sindicatos dijeron a Gustavo Díaz Ordaz (GDO): “Solo te estábamos probando” a lo que Dios les dijo lo mismo que GDO, “Pos ya me probaron”. Dirían mis hijos postmileniales: “Mendiga raza convenenciera”. El punto es que los israelitas se sienten mal por las cosas malas que han hecho y regresan al redil de su creador y por eso otra vez Dios los ayuda.
En ese tenor el pueblo escoge a Jefté para que pelee contra los malos amonitas. Jefté desea mucho la ayuda de Dios en la pelea, y es justo en este momento que se le va la boca y muy eufórico dice a Dios lo siguiente: “Si tú me das la victoria, te daré a la primera persona que salga de mi casa y que venga a encontrarse conmigo cuando yo esté regresando de la victoria”. Que romántico suena esta expresión pero que imprudente.
Jefté logra la victoria y cuando regresa, ¿sabes mi querido lector quién es la primera persona que sale a recibirlo? Su hija única. “¡Ay, hija mía!” llora Jefté. “¡Qué tristeza me estás dando! Pero yo le he hecho a Dios una promesa, y ahora no puedo dejar de cumplirle a Jehová mi promesa”.
Cuando la hija de Jefté llega a saber acerca de su promesa, primero se pone triste también, por tener que dejar a su padre y amigos. Pero pasará el resto de su vida sirviendo a Dios en un templo para cumplir una promesa absurda. De esta manera la hija de Jefté se va a Silo, y pasa el resto de su vida sirviendo a Dios en un templo. Algo que ella no había pedido y que tuvo que hacer por las palabras de más de otra persona.
Toda esta historia la traigo a colación por la promesa de campaña que en su momento expresó AMLO con respecto a la derogación de la reforma educativa y fortalecida por la postura de los diputados de Morena que, sin consultar a sus electores aprobaron un punto de acuerdo para eliminar las evaluaciones a los maestros. Entendemos que en su momento mencionar dicha acción atraía votos con los que se ganó la elección, pero la verdad es que no son pocos los maestros y padres de familia que están plenos y satisfechos con las evaluaciones que implican garantía de calidad en la educación de los chamacos. No nos vaya a suceder lo que a Jefte con su hija, que por andar dando cambio de más el triunfo comience a convertirse en derrota.
El tiempo hablará.