Este día 31, el 1 y 2 de noviembre, son maravillosos para los mexicanos, focalizados, en comunidades mestizas con raíces prehispánicas.
No obstante que para las nuevas generaciones, poco importa porque entreveran inercia y fiesta, el Halloween, Día de Brujas y las celebraciones del 1 y 2 de noviembre.
El primero viene de la antigua tradición Celta llamada Samhain, “que marcaba el final de la cosecha y el inicio del invierno”. La celebración evolucionó en Estados Unidos hasta ser lo que hoy conocemos, entre disfraces, calabazas y pedir dulces diciendo “trick or treat”.
El Día de Brujas es la versión nacionalizada de Halloween, donde también los niños y jóvenes se disfrazan y también piden dulces, pero sin tanto arraigo cultural, solamente para tener un pretexto para divertirse.
Vaya mezcla con las culturas prehispánicas, religión católica, mercadotecnia, dosis de ignorancia colectiva e ilusiones, en tres dos días separados.
El 1 es para Todos los Santos y conmemorar a las almas de los niños fallecidos, o “angelitos”, que “regresan” para visitar a sus familias, igual que en el 2 hay altares, flores, velas y juguetes, que vocan su inocencia y demostrarles que no se les olvida.
El 2 es para el Día de los Fieles Difuntos, para los adultos, con los altares, donde se les coloca comida, bebidas, cigarros, curiosamente muchos de los elementos que les llevaron a perder la vida.
Yo aún le llevo a Margarito, una Coca-Cola, cigarros y algo de música, con la certeza de que en su tumba ya no está y sí, en mis mitocondrias. Es mi propia celebración personal con mi héroe. ¿Por qué esperar fechas para acordarse de que tuvieron madre, padre, hermanos, amigos o parientes.?
Mago, Toño, don Antonio, están todos los segundos de mi vida y me guían. ¿Por qué Día de Brujas y el Halloween, son un show popular para festejar monstruos, espantos, filias del cine, beber, bailar, disfrazarse y asomarse a la perversidad de “ultratumba”?
Ciertamente el 1 y el 2 de noviembre nos permiten conectar con la memoria y el corazón, todo religioso, como la celebración Huasteca de Xantolo en Veracruz, San Luis Potosí, Tamaulipas e Hidalgo. Una forma que emana del latín “Sanctórum” (todos los santos), versión de nuestras costumbres indígenas prehispánicas e nuestra vocación cristianas para guiar a las ánimas en su camino.
Danzas y flores, para que las buenas almas vuelvan al purgatorio. Aquí la música, las danzas son una fiesta popular de alegría, de sones y danzas con “La Viejada”, muchos disfrazados, con máscaras.
Alienados, ¿por qué dos días, o el desenfreno de tres días? ¿Por qué el llanto egoísta de los aún vivos, cuando en la modernidad sabemos que el dolor nunca desaparece?
Hoy me quedo, con la libertad religiosa, tradiciones, no obstante que tenga “la certeza unipersonal”, de convivir con los míos a cada segundo, porque nunca se fueron, y porque nunca necesité de fechas para el recuerdo.
Sí, tampoco ocupo de templos para fumar al lado de doña Marina, o reír con Ari…
Y en la nostalgia una de las mías “robada” a Serrat. Romance de Curro el Palmo.
“La vida y la muerte bordada en la boca tenía Merceditas, la del guardarropa, la del guardarropa del tablao, de «El Lacio», un gitano falso ex-bufón de palacio. Alcahuete noble, que al oír los tiros, recogió sus capas y se pegó el piro”.
“Se acabó el jaleo y el racionamiento le llenó el bolsillo
y montó este invento en donde «El Palmo» lloró cantando. Ay, mi amor, sin ti no entiendo el despertar. Ay, mi amor sin ti mi cama es ancha, ay, mi amor que me desvela, la verdad entre tú y yo, la soledad y un manojillo de escarcha”.
“Mil veces le pide y mil veces que «nones» de compartir sueños, cama y macarrones, le dice burlona «carita gitana, cómo hacer buen vino, de una cepa enana»; y, Curro se muerde los labios y calla, pues no hizo la mili por no dar la talla, y quien calla, otorga, como dice el dicho y Curro se muere por ese mal bicho”.
“¡Ay! quién fuese abrigo pa’ andar contigo, buscando el olvido, se dio a la bebida, al mus, las quinielas y en horas perdidas se leyó enterito a Don Marcial La Fuente, por no ir tras su paso como un penitente”.
“Y una noche, mientras, palmeaba Farrucas, se escapó Mercedes con un «curapupas», de clínica propia y rolls de contrabando, y entre palma y palma, curro fue palmando, entre cantares por soleares”.
“Quizá fue la pena o falta de hierro, el caso es que un día, nos tocó ir de entierro, pésames y flores y una lagrimita, que dejó ir La Patro, al cerrar la cajita. A mano derecha, según se va al cielo, veréis un tablao, que montó Frascuelo, en donde cada noche pa’ las buenas almas el currito «el palmo» sigue dando palmas y canta sus males, por «celestiales»
Nostra Política.- Amén.
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