-Fue una amorosa tarde de juegos, circo y taquitos.
Ciudad Victoria, Tamaulipas.-La vimos cruzar la Feria Tamaulipas con su parvada de pequeñines, como pollitos cobijados bajo las alas protectoras de su madre.
Así empezó esta historia. Eran alrededor de las siete de la tarde del jueves, en el corazón del bullicio lúdico; los puestos de comida, los globos y los famosos caballitos de carreras. Casi caía la noche. Olía a pan y a gorditas; a elote y a algodones de azúcar.
«¿Ya viene la señora? ¡Que ya está aquí, que viene para acá!». Es la presidenta del DIF Tamaulipas, el brazo asistencial por excelencia del sexenio de Américo Villarreal.
Los colibríes del humanismo DIF en acción. Y sí, la doctora María de Villarreal llegó puntual a su cita con las niñas y niños de la Casa Hogar. Cien chiquitines con sus identificaciones guiados y protegidos por personal especializado.
La doctora los abrazó con esa sensibilidad, que va más allá del enfoque formal de las políticas públicas. Ya tenía rato que los chiquitines habían estado disfrutando de los juegos mecánicos. Los cuidados para ellos son al máximo. Cada detalle, cada ángulo es operado con especial esmero. Organización de primera a cargo de la directora de Centros Asistenciales Lucía Luna.
Pero finalmente la alegría y la risa de las y los niños no tienen reglas. Es un tierno poema que se deja tomar de la mano y se deja llevar por ese mar de colores y sabores. Los pequeñitos son sensibilidad, vientos de paz, mensajeros de amor.
La vida misma en su versión más delicada y apapachable.
Eran casi las siete cuando entraron la doctora y los niños de la Casa Hogar al Fantastic Soley Circus.
Microcosmos de magia y de fantasía, que te lleva a un plano surrealista. Como visitar un planeta desconocido, los payasos, el rugir de las motos y los malabares, dominan el escenario.
Los apapachados fueron los niños. Disfrutaron como reyes, con un menú de taquitos, jugos, papitas y botellitas de agua. La doctora se instaló en uno de los asientos, con un pequeñín sentado a cada lado.
Y llegó la hora del circo.
«¿Que es lo que traeeees? ¡Diversión para todo el públicooooo! «.
Era la rutina de los payasos. Juegos de luces. El saxofón y la música del Titanic.
» Todooos con las manos arribaaa! Aplaudiendoo Victoria, que se escucheeee!».
Aquello era una fiesta colectiva del pueblo tamaulipeco. Y ahí en un espacio de las gradas, una mujer de pelo corto y sonrisa espontánea, junto a cien pequeños, se divertía de lo lindo. Era la Casa Hogar en pleno y la Presidenta del DIF, la mujer vitamina, la dama humanista, la doctora María de Villarreal.
Los números circenses parecían no tener fin. El globo planetario y los motociclistas corriendo en su interior de manera vertiginosa. El péndulo espacial, los aros de luz y los retornos circulares de la comicidad.
Un marciano verde mueve la panza y anuncia a la concurrencia: «¡Atención, atención, me acaban de avisar que los extraterrestres ya llegaron y están en ciudad Victoria. Soy fashion. Esooo tilínnn. Me presento como su nuevo amo. Graciaaaasss por la lluvia de aplausos».
Vendría después el Plas, plas, plas, plas de la tecnología Ciborg, como una especie de malambos argentinos y su coreografía de zapateos gauchos y pamperos, combinado con el repiquetear de las boleadoras.
Las ocurrencias de los payasos fueron el condimento de la función.
De no ser por los gritos de los pequeñines que reclamaban al unísono: ¡Otra, Otra, Otra!, nadie se hubiese dado cuenta que ahí, en plena reconstrucción del tejido social, resplandecía un nuevo estilo de ejercer las políticas públicas del americanismo.
Una transformación con voluntad y el trabajo. Pero ante todo con sensibilidad, y vocación plena por la asistencia social.
Poco más tarde, la función termina. Y solo quedan los ecos de la dama de los dragones y los vengadores galácticos que recorrieron a 80 kilómetros por hora en sus motocicletas, el vientre acerado de un globo sideral.
Los niños de la Casa Hogar salen del circo en el mismo orden como ingresaron. Todo bajo el trabajo impecable del coordinador de giras, Joaquín Larrañaga. Y del asistente de la presidenta del DIF, Oscar Jalomo.
Anochece en la Feria Tamaulipas. La visita de las familias tamaulipecas sigue siendo abundante. La nuestra, es una sociedad con sed de diversión y de esparcimiento, después de lo que el viento de la democracia ciudadana se llevó. Hay alegría colectiva. Se palpa el reencuentro.
El sabor humanista y la sensibilidad en las políticas públicas del DIF Tamaulipas, quedó plasmada en una frase que la doctora María Santiago de Villarreal escribió más tarde en las redes sociales:
«Disfruté muchísimo con mis chiquitos de Casa Hogar en la Feria de Tamaulipas, 2022; compartimos risas y muchos apapachos. Me encanta divertirme con ustedes!».
En el DIF estatal, los mensajeros de sueños y esperanza siguen forjando historias de solidaridad y humanismo.